El accionar del gobierno de Nicolás Maduro en las protestas sociales dejó al descubierto la falta de consenso entre los miembros del organismo sobre la crisis en el país bolivariano. Con vistas a una posible cumbre en Chile, la respuesta tardía del bloque abre interrogantes.
Desde que se iniciaron las sangrientas protestas sociales en Venezuela, en donde hasta el momento fallecieron 20 personas y hay un centenar de heridos y arrestados, el rol de la UNASUR quedó en el eje de la polémica. En el pasado, la sola amenaza de desestabilización hacia alguno de sus países miembros o aliados era prueba suficiente para que el bloque regional, una de las banderas del ex presidente Néstor Kirchner, encendiera sus luces de alarma.
Su historial así lo refleja: tanto en la destitución del presidente hondureño Manuel Zelaya en 2009 como en la del paraguayo Fernando Lugo en 2012, todos los presidentes que conforman el bloque se mostraron unidos y actuaron en conjunto para interceder por las vías diplomáticas en pos de mediar en el conflicto. Aún está fresca la imagen de la presidenta Cristina Kirchner junto a su par de Brasil, Dilma Rousseff y el presidente de Bolivia, Evo Morales, en viaje de emergencia a Quito para encontrarse con el resto de los mandatarios y así intentar impedir el golpe de Estado que se fraguaba contra el líder ecuatoriano, Rafael Correa. El respaldo del bloque hacia su gobierno fue una pieza fundamental en la solución del conflicto.
De esta manera, el bloque que se inició en el 2008 de la mano de los ex presidentes Kirchner, Lula Da Silva y Hugo Chávez. se transformó en un valioso instrumento político que generó un importante espacio de concertación y que mostró una capacidad para resolver, por vía diplomática, distintas situaciones complejas de orden institucional y geopolítico.
Años más tarde, mientras el gobierno de Nicolás Maduro atraviesa una prueba de fuego, la unidad del bloque regional también debe pasar examen. Las opiniones y miradas diversas que desató el conflicto venezolano en el seno interno de la Unasur quedaron en evidencia con las recientes declaraciones del presidente de Ecuador, Rafael Correa que contradicen las realizadas por Evo Morales. El mandatario boliviano admitió el miércoles que había dificultades para convocar a una reunión de emergencia del organismo debido a que «uno o dos» presidentes no querían ese encuentro. «Estamos en esa tarea de cómo juntarnos. He conversado bastante con el presidente pro témpore de Unasur (Dési Bouterse, de Surinam) para que pueda persuadir a algunos presidentes. Uno o dos no quieren convocarla», señaló Morales. Horas más tarde, Correa contradijo a su par boliviano y afirmó que el encuentro de la Unasur se realizará el próximo martes en Chile aprovechando la ceremonia de toma de posesión de Michelle Bachelet como presidenta de ese país. Por su parte, fuentes del gobierno brasileño comentaron que la presidenta Dilma Rousseff también instruyó a sus diplomáticos para que realicen «contactos discretos» con los gobiernos sudamericanos con el fin de organizar una reunión en Santiago de Chile. Pero hasta el momento ninguno de estos datos fueron confirmados oficialmente y la resolución conjunta del bloque parece se hace esperar.
A continuación, un análisis sobre las declaraciones y posturas que han tomado alguno de los países de la Unasur desde que estalló la crisis en Venezuela:
Cristina Kirchner: A partir de la llegada del kirchnerismo, los vínculos entre Argentina y Venezuela han sido estrechos. Con Néstor Kirchner primero y luego con Cristina se profundizó la «hermandad» hacia el gobierno de Hugo Chávez y más tarde con su heredero, Nicolás Maduro. Junto al gobierno de Evo Morales y Rafael Correa, el gobierno argentino es uno de los aliados regionales más potente del chavismo. Por lo tanto, desde que la oposición y el oficialismo venezolano se enfrentaron en las calles de Caracas, el Gobierno ha dejado en claro su apoyo «incondicional» hacia Maduro, tal como lo dijo en reiteradas oportunidades y comunicados la cancillería argentina. Una clara muestra de unidad fue la conferencia de prensa que dio el canciller Héctor Timerman junto a su par venezolano, Elías Jaua, en donde analizaron los sucesos en su país. La llegada de Jaua a la Argentina fue coronada con un encuentro con Cristina lo que confirmó los preparativos para la visita que realizará Maduro a Buenos Aires a mediados de marzo en busca de apoyo político.
José ‘Pepe‘ Mujica: la gestión del mandatario uruguayo también ha sido cercana al chavismo. Se ha mostrado en diversas declaraciones en contra del accionar de la oposición venezolana por considerarlos «destituyentes». En este marco, el presidente charrua está preparado para recibir a Maduro en Montevideo, otro de sus destinos para reivindicar el apoyo regional a su gestión. En tanto, en medio de las protestas, Mujica se ofreció como mediador en tanto las dos partes así lo quisiesen. Hace unos días, en tono pacifista, el presidente dijo: «Lo principal es que la gente disminuya la onda de sus problemas y pueda encontrarse y seguir andando» y reafirmó que para evitar que se profundice un conflicto de esa naturaleza iría a cualquier lado si es necesario.
Dilma Rousseff: Fiel al estilo de la diplomacia de su país, la presidenta brasileña mantuvo un tono equilibrado respecto a las protestas sociales en las tierras de Hugo Chávez, quien durante sus 14 años de gestión mantuvo vínculos estrechos con el gobierno de Lula Da Silva y posteriormente, aunque de forma más alejada, con Roussefff. En este sentido,su sucesor, Nicolás Maduro, nunca fue considerado uno de los aliados fundamentales del Ejecutivo brasileño. Ante la explosión social en Venezuela, el gabinete de Rousseff pidió en un tono moderado una «solución democrática y consensuada» entre el oficialismo y la oposición y recordó que siempre «es mucho mejor el diálogo que la ruptura institucional». Pese a que Rousseff es una de las que promueve una reunión de la Unasur, sabe que no es momento para tomar partido por nadie. Un dato: Maduro no pasará por Brasil en su gira regional este mes. El gobierno de Rousseff ya tiene suficiente con las protestas en contra del Mundial y una foto con el presidente de Venezuela podría tensionar aún más el clima social en su país.
Juan Manuel Santos: El presidente colombiano llamó por su lado a la calma y al diálogo en Venezuela, lo cual fue calificado de intromisión por Caracas, que acusó al expresidente Alvaro Uribe de alentar las protestas. Las relaciones entre el chavismo y Colombia nunca gozaron de una buena sintonía. Y en esta oportunidad, el actual gobierno de Santos condenó directamente el accionar de Maduro respecto a las protestas y criticó la represión policial a los estudiantes, uno de los sectores que motivó las manifestaciones callejeras. En este sentido, el ejecutivo colombiano es uno de los señalados por los aliados al chavismo respecto al posible fracaso de la cumbre de la Unasur.
Sebastián Piñera: El mandatario chileno, quien junto a Santos representan la centro derecha en el bloque regional, también mostró desde un principio de las protestas su descontento con el gobierno de Maduro y mantuvo un enfrentamiento abierto con el presidente venezolano. «Quiero decirle al Presidente Maduro que en Chile tenemos una democracia y un estado de derecho, y por tanto, el Gobierno no tiene facultades de encarcelar a nadie, ni a estudiantes ni mucho menos a líderes opositores», aseguró Piñera en respuesta a las acusaciones de su par venezolano. La gestión de Piñera nunca tuvo relación con el chavismo. Desde que asumió su mandato, Piñera sólo se limitó a compartir espacios en común, como la Unasur, y actividades protocolares. Ahora, a punto de dejar su cargo, los ojos de la comunidad internacional estarán puestos en el accionar de Michele Bachelet, quien asumirá la semana que viene la presidencia. En Chile esperan que mida bien sus palabras sobre la crisis en Venezuela ya que podría sufrir un costo político en su incipiente llegada al palacio de La Moneda.
Ollanta Humala y Horacio Cortés: Los presidentes de Perú y Paraguay no tomaron una postura en el conflicto venezolano. Los vínculos de ambos gobiernos con el chavismo han sido dispares. En el caso de Paraguay, desde el derrocamiento de Lugo, la relación con Maduro no ha sido fructífera, ya que nunca reconoció al actual gobierno de Cortés. Por lo pronto, los que sí se refirieron al tema fueron los diputados paraguayos quienes aprobaron un proyecto de declaración que «rechaza el ataque a manifestantes venezolanos por parte del Gobierno de Nicolás Maduro». Finalmente, en el caso de Humala, ha mantenido una posición «neutral o tibia» como afirma la prensa peruana y partidos de la oposición le han exigido al mandatario que ejerza una postura crítica para con Venezuela en el marco de la represión a estudiantes y opositores.
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