El equipo tenía que ganar en este ‘Grupo de la Muerte’. No hay Independiente del Valle, Botafogo ni Unión Española. Se juega contra los nervios, la ansiedad y la obligación. Por eso, es un paso adelante.
El público llegaba al Nuevo Gasómetro y ni siquiera sabía contra quién se jugaba. Independiente no sé cuánto, que ni idea de dónde viene ni mucho menos quiénes son sus jugadores. Y lo mismo pasará con Botafogo y Unión Española. No se trata de subestimar a los rivales de turno, sino para explicar que los escollos del ‘Ciclón’ en este Grupo 2 son los nervios, la ansiedad y la obligación.
En el primer partido de local había que ganar, no existía otra posibilidad. En esta clase de certamen es fundamental conseguir las tres unidades en el escenario propio y el campeón lo logró. Ecuatorianos y chilenos ya fallaron en esa condición. Y nosotros, vulnerando al peso de la presión, levantamos cabeza tras el debut con derrota y nos acomodamos. Es un inmenso paso adelante.
Estrictamente en lo futbolístico, San Lorenzo pudo golear. Creó un sinfín de situaciones peligrosas de gol: con Piatti, Matos, Correa, Villalba y alguno que otro más. Pero estaba absolutamente claro que el trámite no iba a ser nada sencillo: se sufrió, hubo que pelear y transpirar para finalmente abrazarse al premio grande. Obviamente, faltó tranquilidad para capitalizar en la red contraria esos avances que se sucedieron con el paso de los minutos.
Tal como se esperaba, Mercier repuntó y nuevamente se convirtió en el «patrón» de la mitad de la cancha. Acompañado por un Ortigoza en un nivel superlativo desde el comienzo del año, el trabajo del tándem fue vital para imponer las condiciones y hacerle llegar la pelota limpia al resto. Y si bien es cierto que los de adelante estuvieron poco «finos» para concretar, era cuestión de tiempo la apertura del marcador.
También es verdad que hubo pasajes de susto, principalmente por los desacoples de dos centrales que dejaron muchas dudas. Cetto, que venía «derechito», se lesionó y obligó a cambiar otra vez la zaga. Y a la vista de todos quedó demostrado que Valdés-Gentiletti no aportó seguridad. Se los notaba incómodos a los dos.
Esas mismas fallas permitieron a los visitantes arrimarse con la oportunidad de marcar y no pudieron. Hay que reconocerlo, en dos o tres jugadas la famosa «suerte» estuvo del lado «azulgrana». Tal vez, la Libertadores haya escuchado las «plegarias» de esta columna y de todo el pueblo sanlorencista luego del tropezón del estreno. Espero que haya entendido que de verdad creemos que es la más linda y estamos preparados para tomarla con confianza y blanquear de una vez esta historia de odio-amor-obsesión que comenzó en 1960.
Son los primeros pasos. Ya van cuatro triunfos consecutivos. También sendas vallas invictas. Esto recién empieza y tenemos margen para continuar evolucionando con las falencias que preocupan, mientras se gana y alimentamos la fe. Esa comunión hinchada-equipo será clave para cosechar nuevas alegrías y contribuir a la creación de una fuerza de empuje imparable para el que se quiera entrometer en el sueño de los 14 partidos.
Ahora, relax y a cuidar las piernas. Por Copa la próxima función será el 12 de marzo, antes con tres compromisos del Torneo Final para defender la corona y pensar en el Bicampeonato. Motivación, San Lorenzo tiene de sobra: habrá que pisar fuerte de nuevo en el «Frío Monumental» de Núñez para sacar de carrera a River y quitarle el empleo a Ramón Díaz. El «Patón», que seguramente apelará a la rotación, cuenta con material de sobra para extender este presente ganador.
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