El dato surge de un relevamiento realizado por la Cámara Argentina de Empresas de Seguridad e Investigación (CAESI), que nuclea al 95 por ciento de la actividad del sector. Durante 2013 se registró un total de 56 denuncias por robo en viviendas. El último caso ocurrió en Los Lagartos.
Nada alcanza: ni las cámaras de seguridad, ni el personal de vigilancia, ni los controles vehiculares del ingreso y egreso de gente. Nada parece ser suficiente para detener la ola de robos en countries que viene azotando en forma ascendente en los últimos tiempos.
De acuerdo a un estudio realizado por la Cámara Argentina de Empresas de Seguridad e Investigación (CAESI), que nuclea al 95 por ciento de la actividad del sector, durante 2013 se registró un total de 56 denuncias por robo en viviendas.
Según explicó Aquiles Gorini -presidente de la institución- al diario Perfil esta cifra aumentó en más de un 15 por ciento en relación a 2012, donde hubo 48 denuncias, es decir un promedio de un robo por semana. “En los dos últimos años, una de las características de esta modalidad delictiva fue que la mayoría de los hechos se produjeron durante las vacaciones: en enero, febrero y junio”.
“En los últimos dos años, más de la mitad de los hechos ocurrieron en periodos vacacionales”, destacó Gorini. “El mayor volumen se registró durante los meses de enero, febrero y junio”. Para el especialista, una de las variables que podrían incidir en esta modalidad estacional, es el aumento de alquileres y préstamos de viviendas, lo cual podría derivar en una omisión por parte de los propietarios de notificar a la administración acerca de los cambios y también por parte de las inmobiliarias, que en muchos casos, no exigen a los futuros inquilinos un estándar mínimo de requerimientos para cuidar la seguridad.
«Hay muchos que alquilan de manera particular y eso hace el sistema sea más vulnerable. En algunos casos ingresa gente que vive como pantalla, que puede demostrar cierto nivel adquisitivo por determinado tiempo, pero que tiene como objetivo marcar casas o conocer en detalle las medidas de seguridad», dice a este diario Marcelo Buyatti, presidente de un foro vecinal de Pilar.
Esta modalidad delictiva conocida en la jerga policial como la “Teoría del caballo de Troya”, refiere a una estrategia que se repite en muchos casos por ciertas bandas que cuentan con apoyo interno. Es decir, el que hace la inteligencia previa es aquel que después les permite entrar, pero al dueño o el inquilino no los revisan como a una visita, ni tampoco les piden datos de los acompañantes del vehículo, por lo cual se hace difícil identificarlos y los mecanismos de control, resultan vulnerables.
El último caso ocurrió el martes pasado, cerca de las dos de la tarde en el country Los Lagartos, a la altura del kilómetro 45 de Panamericana (Pilar) cuando tres hombres robaron en tres casas con armas de grueso calibre y a cara descubierta. El golpe en el que encerraron y maniataron a los ocupantes de las viviendas y personal doméstico, concluyó sin lograr la captura de los delincuentes y dejó en evidencia una vez más, las fallas en los controles de seguridad de este tipo de condominio.
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