Enrico Letta anuncia su dimisión tras el voto de castigo de su partido

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Un minuto después de que el Partido Democrático (PD) aprobase por 136 votos a favor, 16 en contra y 2 abstenciones que Italia necesita un nuevo Gobierno, el primer ministro, Enrico Letta, anunció mediante un comunicado que este viernes presentará su dimisión ante el presidente de la República, Giorgio Napolitano.

El centroizquierda italiano no necesita enemigos. Sus dirigentes se bastan y se sobran para ajustarse las cuentas con pasión. En un momento de relativa calma política, cuando la economía parecía recuperarse tímidamente y Silvio Berlusconi se iba apagando entre condenas definitivas y juicios pendientes, el nuevo líder del Partido Democrático (PD), Matteo Renzi, asestó esta tarde al primer ministro, Enrico Letta, la puñalada que venía preparándole desde hace dos meses. Tras no conseguir el miércoles que Letta se marchase por su propio pie, el alcalde de Florencia aprovechó la reunión de la dirección del PD para agradecer a Letta los servicios prestados y advertirle de que es “necesario y urgente” la formación de un nuevo gobierno que, de aquí al 2018, impulse la recuperación y lleve a cabo las reformas pendientes. No lo dijo expresamente porque ni siquiera hacía falta: el plan de Renzi es que se vaya Letta para ponerse él.

De hecho, Matteo Renzi dio la razón a quienes lo tachan de extremadamente ambicioso: “Hay una ambición desmesurada que tenemos que tener, desde mí hasta el último inscrito en el PD, porque Italia no puede vivir en una situación de incertidumbre e inestabilidad”. Según el líder del centroizquierda, solo hay dos salidas para ello: “Nos encontramos en una encrucijada. O volvemos a unas elecciones anticipadas o podemos transformar esta legislatura en constituyente”. Renzi descartó enseguida las elecciones –como ya hizo el miércoles el presidente de la República, Giorgio Napolitano—porque, entre otras cosas, no aseguran el triunfo de su formación: “El camino de unas elecciones tiene encanto y atractivo, pero en estos momentos no tenemos una normativa electoral que garanticen la gobernabilidad. Unas elecciones tendrían un valor purificador, pero ahora no servirían para resolver los problemas del país”.

No dejó de tener gracia Renzi cuando, pese al acoso mediático que ha sometido a Letta en las últimas semanas, dijo: “El mío no será un proceso contra el Gobierno; no se trata de culpar al Gobierno por lo que ha sucedido, sino de entender si estamos en condiciones de abrir una nueva página”. Por su parte, Enrico Letta, que el miércoles por la tarde dejó claro que su intención es seguir adelante y presentó un nuevo proyecto de legislatura, decidió no acudir a la dirección de su partido y esperar en el Palacio Chigi el veredicto de sus compañeros de partido. No obstante, ha transcendido que el primer ministro ha decidido cancelar el viaje a Londres que tenía previsto para los días 24 y 25, lo que se interpreta como una síntoma más de que está en las últimas. Eso sí, sin descomponer la figura. El miércoles dijo que las emboscadas que unos y otros le han tendido desde el mismo día que llegó a la presidencia del Gobierno le han obligado a profundizar en su ya aquilatada capacidad para permanecer tranquilo. “Si este asunto fracasa”, dijo, “puedo irme a dar clases de zen a cualquier escuela oriental”.

Enrico Letta

EL PAÍS
Nacido en la Toscana, cursó la enseñanza obligatoria en Estrasburgo, se licenció en Ciencias Políticas en Pisa y, a los 25 años, con el doctorado en Derecho de la Unión Europea en el bolsillo, se convirtió en presidente de las juventudes del Partido Popular Europeo (PPE). En enero de 1997 fue nombrado vicesecretario del Partido Popular Italiano y en noviembre de 1998, en el primer Gobierno de Massimo D’Alema, se convirtió, con 32 años, en el ministro más joven de la historia de la República italiana al asumir la cartera de Políticas Comunitarias. En 2000 se hizo cargo del Ministerio de Industria y Comercio.
Comenzó su carrera en el Partido Demócrata (PD) en el momento de su propia fundación cuando, en 2007, se presentó a unas primarias en las que obtuvo más de un 11% de los votos.
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