Tras la disparada del billete verde, se vivieron escenas de caos e histeria en las cadenas de retail, donde se apuraron a remarcar todos los productos. Las agencias de turismo, en tanto, recibieron una catarata de consultas. En los concesionarios, falta stock y las ventas son con precio abierto.
En una sociedad tan dolarizada, cualquier movimiento que afecte al billete verde genera un efecto en cadena de manera automática.
Y el salto que experimentó el tipo de cambio a partir del martes, con un inédito avance de casi 17% en apenas tres jornadas -la mayor devaluación desde la salida de la convertibilidad- pegó fuerte en el ánimo de los consumidores.
Conscientes del impacto y la influencia que la divisa estadounidense tiene sobre un amplio espectro de la economía nacional, especialmente en los precios, los últimos días fueron a pura «histeria».
En un rubro de consumo clave como es el de los electrodomésticos y artículos tecnológicos, donde el contenido importado es de casi 100%, se vivió una verdadera «fiebre», con compradores pujando por llevarse unidades «a precio viejo» y empleados de cadenas de retail corriendo para sacar productos de la venta, arrancar los cartelitos de las góndolas y remarcar los valores exhibidos.
Pero este «nuevo dólar» no sólo pega en el consumo de bienes semidurables. También su influencia se hizo sentir en otro rubro que vive y respira al ritmo del billete verde: el turismo.
Las agencias, de un día para el otro, se encontraron con que los operadores mayoristas, que los proveen de paquetes al exterior, decretaron un feriado virtual de dos días, durante los cuales no se pudo vender nada. Y recién estaban digiriendo este nuevo escenario cuando se sumó otro cambio: la reducción del recargo que aplica la AFIP de un 35% a un 20%.
Así, las agencias no sólo debieron anular la venta de paquetes y aéreos sino que también tuvieron que lidiar con los reclamos de clientes que acababan de cerrar una operación y se encontraron con que habían pagado un «dólar por las nubes» y un recargo que a partir del lunes pasará a ser 15 puntos más bajo.
En el mercado automotor también el escenario es de confusión: las terminales no entregan unidades, algunas agencias guardan stock y ya están apareciendo compradores que quieren cerrar la compra de una unidad con la mayor celeridad, para evitar que la devaluación puegue -como se espera- en los precios.
«Fiebre» por los electrodomésticos
En las cadenas de retail, el aire que se respira está teñido por la incertidumbre y los nervios.
Al recorrer distintos puntos de venta, se advierte que los vendedores, en general, están sobrepasados por la situación y no saben qué responder frente a las consultas de los clientes.
«Nunca vivimos una cosa así», aseguró uno de los vendedores de un local de Garbarino ubicado sobre la avenida Santa Fe, quien agregó que a partir del jueves los llamados y consultas explotaron y los empleados no daban abasto para responder.
Cuando el dólar se subió al rally alcista, las cadenas de electro pusieron manos a la obra y comenzaron a remarcar los valores de los productos exhibidos.
«El jueves fue un caos. Empezamos a las 3 de la tarde y nos quedamos todos hasta la madrugada retocando los precios», se sinceró el empleado de Garbarino.
Al ingresar al shopping de Palermo se puede ver que la escena es la misma. En el local de Frávega, los precios de los productos brillan por su ausencia en la vidriera.
Producto de la «inestabilidad del dólar», el sistema de consulta se volvió «artesanal»: ningún cliente puede mirar de reojo las pantallas con los precios. Ahora el vendedor se acerca a los clientes con un papelito en la mano en el que tiene anotado los valores de algunos de los artículos que se exhiben.
«¿Ves? Casi ningún producto tiene precio», relató uno de los responsables de venta, quien se sinceró: «Estamos tocando todos los valores».
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