Agencia ATLAS Acorralados en esta cala japonesa, decenas de delfines luchan por volver a la vida en libertad. Un año más, los pescadores locales cumplen con una tradición que choca frontalmente con los grupos ecologistas.
Los delfines son seleccionados. Unos para la venta a zoos y otros sacrificados para consumo humano. De cerca, un grupo para la conservación de la fauna marina denuncia la crueldad de esta práctica. «Las crías son separadas de las madres. Los delfines mueren tras ser golpeados con una barra metálica».
Este año, la nueva embajadora de los Estados Unidos en Japón se ha sumado a las condenas. En nombre de su gobierno, Caroline Kennedy aseguraba en Twitter estar profundamente preocupada por la falta de humanidad en esta caza de delfines. Japón se defiende: no hay una ley internacional que lo prohiba.
Fuente: http://www.lne.es/