El Guido Spano, otra historia de una escuela cooperativa que resiste

Guido SpanoEl colegio de Palermo cerró sin previo aviso y los docentes se unieron para mantenerlo abierto. Se suma a otras experiencias autogestivas que realzan valores solidarios, de autoayuda y relaciones horizontales.

El colegio Guido Spano de Palermo pareciera estar destinado a escribir una nueva historia. Una historia alternativa. Seguramente de lucha. De ruptura. De establecimiento privado a escuela cooperativa, manejada por los docentes y con un apoyo excluyente de los padres. Como suele ocurrir en la mayoría de estos casos de refundación, se reconvirtió tras una contingencia (el propietario decidió cerrar y dejar en la calle a 350 alumnos que ya tenían sus vacantes), pero lo interesante es que la situación pone sobre la mesa las alternativas autogestivas que existen en la educación y que proponen proyectos pedagógicos distintos. “Para una escuela, adoptar la forma cooperativa involucra tensionar muchas de las definiciones fundacionales de la educación argentina pero, también, excluir expresamente una opción empresarial dirigida a la rentabilidad”, escribió la socióloga Mariana Alonso Brá, en una investigación titulada “Las escuelas cooperativas y la democratización educativa”. “Esto tiene que ver con que supone relaciones horizontales entre los maestros, autonomía y autogestión. Representa un choque fuerte con la matriz capitalista de cualquier sistema”, le explicó a La Razón.

Según la Declaración de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) de 1995, la identidad cooperativista se sostiene en base a valores como la autoayuda, autorresponsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad. A esto se agrega la asociación voluntaria y abierta y el control democrático entre los asociados, entre otras cuestiones. Conocidas son algunas experiencias formales desarrolladas, por ejemplo, tras el cierre de fábricas e industrias. Las empresas recuperadas por trabajadores fueron el emblema posneoliberal en Argentina. Pero, ¿cómo se llevan a cabo estas nuevas opciones en el ámbito educativo? Brá detalla que las experiencias no son homogéneas y que, por caso, no es lo mismo que la cooperativa la constituyan los padres, los docentes o una asociación mixta. La configuración, entonces, influirá a posteriori en el desarrollo de la enseñanza y hasta podrían aparecer intereses opuestos.

En Capital Federal existen al menos cuatro centros educativos que funcionan como cooperativas. En Villa Crespo, el colegio Mundo Nuevo lo hace bajo esta modalidad desde hace 41 años, tiene 300 alumnos de nivel inicial y primario y es el paradigma en estas discusiones. Allí, la conformación de un colectivo de docentes cruzó los límites e influyó en la propuesta pedagógica. “Acá se trabaja en equipo. Eso quiere decir que lo que se decide tiene una discusión previa entre todos. Y eso también se ve en el desarrollo de los chicos, que queremos que sean sujetos activos. Hay muchos mecanismos. Los de primaria, por ejemplo, tienen cuerpos de delegados por grados que son elegidos por ellos mismos. Luego trasladan las inquietudes que puedan tener a un Consejo superior”, ejemplifica Claudia Moreno, empleada administrativa. Este mecanismo y otros tantos -desde compartir útiles hasta definir criterios distintos para elegir abanderados- tienden, sino a solucionar, al menos a afrontar situaciones tan en boga que padecen los estudiantes, como la competencia y la frustración en las aulas.

En rigor, estos establecimientos también tienen que seguir los diseños curriculares del Ministerio de Educación nacional y de cada jurisdicción. Sin embargo, existen “márgenes para moverse muy importantes; se enseñan los contenidos básicos, como en todos lados, pero eso se puede hacer de diversas formas”, agrega la socióloga Brá.

El camino sinuoso para convertirse en un centro educativo social tiene también su complicación en la estabilidad y sustentabilidad a largo plazo. Mundo Nuevo se mantiene con las cuotas sociales (con ello se paga el alquiler) y el excedente se reparte entre los asociados, sean administrativos o docentes.

Fuente: LA Razón