Las primeras paritarias dejan en claro que quedó prácticamente «knock out» el intento de moderar incrementos usando como argumento el acuerdo de precios y el nuevo índice INDEC. El contexto luce difícil para un Gobierno que busca un «ancla» para los precios. Lo que viene
Como esos boxeadores que quedan groggy ya en el primer round, los funcionarios del Gobierno no logran hacer pie con su estrategia para moderar los salarios durante 2014:
*Plantearon acuerdos de larga duración y los gremios presionan para que se establezcan actualizaciones cada vez más cortas.
*Preparan un nuevo índice inflacionario con el objetivo de que se convierta en la referencia a la hora de negociar salarios, pero antes de su debut los sindicatos y los economistas ya ponen en duda su confiabilidad.
*Presentan un nuevo acuerdo de precios para crear la sensación de estabilidad en el mercado, pero en su mismo debut ya hay denuncias de escasez, acusaciones de precios inflados y vaticinios pesimistas sobre sus probabilidades de éxito.
*En el colmo del «efecto boomerang», la iniciativa de «precios cuidados» llevó incluso a que algunos dirigentes plantearan la necesidad de una revisión trimestral de los niveles salariales, dado que esa es la frecuencia con la que será ajustado el listado de la canasta.
En ese marco, lejos de ver a este nuevo acuerdo como una esperanza, la flamante lista fue interpretada por los gremios como una «señal de guerra». En respuesta salieron a pedir aumentos salariales no menores al 30% y cláusulas gatillo para reabrir las negociaciones, en caso de dispararse la inflación.
Y esta postura sindical, claramente contradictoria con la que sostiene el ministro Axel Kicillof, no es patrimonio exclusivo de las facciones opositoras al Gobierno, como la liderada por Hugo Moyano, sino que también comprende a sectores «amigos» al oficialismo.
«Los acuerdos de precios van por un lado y las paritarias por otro. Los empresarios alimenticios pueden hacer un convenio por 120 días porque hicieron un colchón, nosotros no porque somos asalariados y queremos recuperar lo que perdimos», advirtió a iProfesional el vocero de la Unión de Tranviarios Automotor (UTA), Mario Calegaris.
El gremio, que integra la CGT oficialista y negocia en estos momentos un aumento para los choferes de larga distancia, deslizó así una queja cada vez más compartida entre la dirigencia cercana al Ejecutivo: la pérdida de poder adquisitivo en 2013, ya que la mayoría cerró en promedio ajustes del 24% escalonados, cuando la inflación anual fue de entre 25% y 30%, medida por privados.
Menos diplomático, Moyano difundió la semana pasada un comunicado en el que denunció un «ajuste» y «sinceramiento brutal». Así se refirió a las últimas medidas económicas tomadas por la Rosada, «con llamativa ausencia y silencio de la primera mandataria», entre las cuales mencionó el «blanqueamiento de los aumentos en alimentos y desaparición del congelamiento de precios».
Una realidad bien distinta a los planes
Lo cierto es que el panorama que se abre para las paritarias está casi en las antípodas del que Kicillof -un devoto de la planificación de todas las variables- había imaginado en noviembre, cuando asumió el cargo de ministro.
En aquel momento, gracias a la expectativa generada respecto de un cambio que corrigiera las distorsiones de la economía, todavía se podía pensar que existía la posibilidad de un plan para «bajar la nominalidad» de precios y salarios y cortar así el «efecto inercial» de la inflación.
Fuente: iProfesional