Lo dijo al rezar el Ángelus dedicado a San Esteban, primer mártir cristiano. Su memoria, aseguró, «viene a disolver una falsa imagen de la Navidad, mágica y edulcorada, que no existe en el Evangelio».
Desde la ventana del Palacio Apostólico, Francisco dedicó su breve mensaje de hoy –frente a una multitud que desafió la lluvia- a recordar a Esteban, miembro de la primera comunidad de cristianos de Jerusalén, que fuemartirizado por su fe.
Descrito por la Biblia como un «hombre lleno de fe y de espíritu santo», Esteban había sido elegido con otros seis para «el servicio de las viudas y los pobres de la primera comunidad de cristianos de Jerusalén», recordó el Papa. «Después de un discurso que suscitó la ira de los miembros del Sanedrín, Esteban fue arrastrado fuera de los muros de la ciudad y lapidado. Murió como Jesús, pidiendo perdón para sus asesinos», recordó Francisco, para luego preguntar: «¿Por qué turbar el encanto de la Navidad con el recuerdo de una violencia tan atroz?»
«En realidad, siguió diciendo, desde la fe, la fiesta de San Esteban está en plena sintonía con el significado profundo de la Navidad. En el martirio, la violencia es vencida por el amor, la muerte por la vida. La iglesia ve en el sacrificio de los mártires su nacimiento al cielo, celebramos entonces hoy el nacimiento de Esteban que en profundidad surge del nacimiento de Cristo. Jesús transforma la muerte de quienes lo aman en aurora de vida nueva».
En el martirio de Esteban se reproduce el mismo enfrentamiento «entre el bien y el mal, entre el odio y el perdón, entre la ternura y la violencia, que tuvo su culminación en la cruz de Cristo», dijo el Papa.
«La memoria del primer mártir viene a disolver una falsa imagen de la Navidad, mágica y edulcorada, que no existe en el Evangelio. La liturgia nos remite al sentido auténtico de la encarnación relacionando Belén al Calvario y recordándonos que la salvación divina implica la lucha contra el pecado», sostuvo.
Este es el camino que Jesús indicó a sus discípulos, cuando les dijo: «Seréis odiados por todos a causa de mi nombre, pero el que persevere hasta el final será salvo», recordó Francisco.
Y a continuación pidió rezar «en modo particular por los cristianos que sufren discriminaciones por su testimonio de Cristo y del Evangelio; estamos cerca de estos hermanos que como San Esteban son acusados injustamente y hechos objeto de violencia».
Fue entonces que afirmó: «Estoy seguro de que los mártires son más numerosos hoy que en los primeros tiempos de la Iglesia. Esto sucede especialmente donde la libertad religiosa no está aún garantizada. Pero sucede también en países que en su constitución tutelan los derechos humanos y la libertad pero donde de hecho los creyentes, especialmente los cristianos encuentran limitaciones y discriminaciones».
Precisamente ayer, en Bagdad, Irak, un atentado con coche bomba contra una iglesia durante la misa de Navidad causó más de 30 muertes, enlutando esa celebración cristiana.
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