Líder. Sufriendo, sí, pero líder. Líder. A la espera de lo que haga el Barsa hoy, sí, pero líder. Así, desde la cumbre, cierra el Atlético de Madrid un 2013 para recordar. El año en que ganó la Copa, reconquistó el Bernabéu, sedujo la Champions, volvió a ser grande.
Líder. Sufriendo, sí, pero líder. Líder. A la espera de lo que haga el Barsa hoy, sí, pero líder. Así, desde la cumbre, cierra el Atlético de Madrid un 2013 para recordar. El año en que ganó la Copa, reconquistó el Bernabéu, sedujo la Champions, volvió a ser grande. Y el parón navideño le llega en el momento idóneo, tras dar algunos síntomas de cansancio ante el Sant Andreu y el Levante, que le llevó al límite como ningún rival antes en el Manzanares. Pero el Atleti sigue superando sus momentos de flaqueza por pura fuerza de voluntad. Y por Diego Costa, claro. Un portento que dio la victoria 3-2 en el Calderón.
El partido, como Gila, nació por sorpresa. Llegó cuando el Atleti aún no le esperaba, pero en vez de sentarse a esperar en el portal, castigó el despiste con un gol granota a los 57 segundos. Arda regaló a Nikos todo el tiempo del mundo para preparar el pase y los centrales dejaron a Ivanschitz plantarse sin oposición ante Courtois. Gol y a remar contracorriente. Durante un cuarto de hora, pudieron dar gracias los rojiblancos de perder solo 0-1.
Caparrós había manifestado en la previa su admiración por el equipo de Simeone y, durante un rato, parecieron intercambiar identidades. Era el Levante el que presionaba, robaba y se lanzaba directo al área contraria. El Calderón tenía un nudo en la garganta que amenazó con ahogarle en el minuto 10, cuando Barral aprovechó un error de Miranda para rematar a bocajarro. Entonces, surgió de la nada la mano sagrada de Courtois, comenzó a despertar al Atleti.
Poco a poco, el hechizo se deshizo y el Levante volvió a ser rana. Una rana bastante mona, todo hay que decirlo. Con el espléndido Diop al frente, aguantó el asedio con orden, rodeando a Diego Costa y Arda cada vez que recibían, pero no contaba con Godín. El central robó en mediocampo y fue poseído de nuevo por el espíritu del delantero que fue de niño. Cuando esto sucede, y es a menudo, el gol es probable. En cualquier portería. El uruguayo tocó y se fue al área cual ariete antiguo para cabecear de maravilla un centro de Juanfran. Gran gol.
El paso por el vestuario despertó a la bestia. Minuto y medio tardó Diego Costa en marcar el 2-1. Falta al segundo palo sacada por Gabi y buena volea con la zurda del pichichi (19 goles ya, dos más que Cristiano).
En una contra, Koke cometió un error grave y permitió a Pedro Ríos cabalgar 40 metros, agradecer una entrada blandita de Filipe, y marcar el empate y vuelta a empezar.
El Levante aguantaba bien hasta que, en el 77’, Rubén no vio llegar a Juanfran por su espalda y, en vez de al balón, golpeó al lateral. Penalti. Lo tiró Diego Costa, generando una desconfianza de la que él carece: gol. El Atlético es líder y lo seguirá siendo si el Barsa no gana o lo hace solo por 0-1. Suceda o no, la Navidad no puede ser más feliz.
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