«La Justicia no ha tenido pruebas para incriminarme», dice un cura acusado por abuso

Justo Jose IlarrazAcusado en la Justicia de corrupción de menores, Justo José Ilarraz accedió por primera vez a romper su silencio. Dice que fue víctima de un complot y que “el móvil tiene otros intereses”.

El cura Justo José Ilarraz, acusado por corrupción de menores y abuso sexual, habló por primera vez luego de la acusación que desató un escándalo en el arzobispado de Paraná.

El sacerdote, que está recluido en Tucumán mientras la Justicia analiza si los delitos por los que se lo acusa prescribieron, aceptó responder una serie de preguntas por escrito. La entrevista fue publicada por el diario Perfil.

Ilarraz, 61 años, habría abusado de unos cincuenta aspirantes a sacerdotes que estaban a su cargo en el Seminario Arquidiocesano de Paraná. En octubre de 2012 se formalizaron siete denuncias en su contra en donde las supuestas víctimas, de entre 13 y 15 años, relataron escenas escalofriantes: “se metía en mi cama”; “me acariciaba”, “me masturbaba”, “nos hacía bañar con él”.

En la entrevista, el cura asegura que es «inocente» y entiende que el accionar de los siete seminaristas que lo acusaron es «un complot» en su contra con fines “económicos”. Además, entiende que crearon «la figura de un monstruo» y aclara que «no caminó desnudo» por los pasillos del seminario.

«Cuando se realiza una acusación, puede haber una multiplicidad de facetas o intereses para realizarla. Puede moverlos el odio, la venganza o los intereses económicos, entre otros», analiza Ilarraz desde Tucumán, su lugar de residencia desde 1997.

El cura asegura que «es tremenda» la denuncia en su contra y las supuestas mentiras que hicieron correr: «Desde que el seminario era un campo de concentración, que comían comida en mal estado, que no tenían libertad, que había todo tipo de práctica personal y comunitaria de abusos repetidos y corrupción a cielo abierto. Es impensable que alguien pueda creer en algo de todo esto, y que haya habido tanta impunidad. Fui reconocido y apreciado por muchísimos seminaristas en los años vividos en el seminario como en los posteriores a mi partida del mismo. El perfil de un pedófilo, dice la ciencia, se lo reconoce en sus hechos y perdura en el tiempo. O sea, no se cura», dice el sacerdote.

Ilarraz se refiere también a los casos de abusos que sacuden a la iglesia y dice: «Cualquier tipo de abuso es una aberración. Pero mucho más cuando hablamos de menores y más aún cuando nos referimos a un educador o a un religioso. Ninguno, en sus cabales normales, podrá decir una cosa contraria. Es un delito aberrante».

En otro tramo, desmiente la versión que indicaba que se paseaba desnudo por los pasillos del seminario. «Dijeron que me paseaba desnudo por dichos pabellones comunitarios. En el expediente quedó claro que ninguno de los treinta testigos me vio ni desnudo, ni en ropa interior, ni en ninguna situación extraña. Es una falacia decir todo esto y así querer crear la imagen de un monstruo, de un enfermo, que esperaba “los últimos cuatro o cinco que salían de la ducha para secarlos con la toallita”, como diría un denunciante.

Sobre la acusación respondió: «Me dijo una señora el año pasado: padre usted no tiene que defender su inocencia. Son sus obras y sus años de servicio sacerdotal que atestiguan por usted. Esta frase me llenó de consuelo y fortaleza. Me conocen hace casi 20 años por esta provincia, siempre cercano a la gente. Pero para que quede muy claro: soy inocente. Además desde el principio mis abogados se encargaron de repetirlo desde el primer momento. Ni la Justicia ha tenido pruebas para incriminarme; ni siquiera los casi treinta testigos que pasaron por el juzgado dijeron algo desfavorable. Por donde me muevo la gente me saluda, me abraza y comparte mi dolor».

Fuente: Online-911