El flamante ministro de Economía no descartaba un desdoblamiento cambiario. Pero su implementación complicaría la relación con el FMI, que prohíbe ese esquema, justo cuando el gobierno busca acercarse al fondo con un nuevo índice de precios. Tampoco luce viable un aumento de los recargos al turismo, porque el tope legal de Ganancias es del 35% y un nuevo impuesto debería tratarse en el Congreso.
La designación de Axel Kicillof como ministro de Economía despertó todo tipo de versiones sobre las medidas que podría implementar para cumplir con su idea de ir liberando el cepo cambiario. En su entorno reconocían que no descartaban un desdoblamiento ni poner un dólar turista más alto, pero aclaraban que eran dos de las variantes que analizaban entre muchas otras.
Al poco tiempo de conocerse su ascenso, Axel salió a enfriar por los medios que no aplicaría ninguna de estas variantes, y que se enfocaría en una corrección del tipo de cambio oficial más rápida para achicar la brecha con el paralelo. Se mencionó que la cotización podría pegar un salto de entre 10 ó 15%.
Con la designación de Juan Carlos Fábrega en el Banco Central, eso ya empezó a cumplirse. En lo que va de noviembre la divisa ya está un 50% más alta de lo que estaba hace un año. Pero al mismo tiempo eso acelera la suba en productos como la harina, que se rigen por ese dólar, golpeando en el valor de la canasta básica.
Sin embargo hay otro punto relacionado al desdoblamiento, que podría haber llevado a Kicillof a desistir de su implementación. Es que el Artículo VII del FMI prohíbe taxativamente un esquema del dólar binario. Con lo cual complicaría el acercamiento con el organismo que busca el gobierno mediante un nuevo índice de precios.
“Una complicación formal a la puesta en marcha de un régimen de tipo de cambio dual, más allá de las obvias dificultades de implementación que correrían por cuenta del Banco Central, es su prohibición explícita en el Artículo VIII del FMI. Aunque el gobierno no ha dudado en el pasado en violar las reglamentaciones del Fondo o de otros organismos multilaterales (siendo caso más emblemático el incumplimiento del artículo IV de revisión de las variables macroeconómicas locales), su implementación podría comprarle al gobierno un problema con el organismo justo cuando la negociación alrededor de las estadísticas (el anunciado nuevo IPCNu) parece bien encaminada”, analizan en la consultora Elypsis.
Hoy el flamante jefe de Gabinete Jorge Capitanich dio un guiño en ese sentido. El funcionario recordó que el nuevo índice de precios «está en proceso de desarrollo final, de manera que esto se va a publicar seguramente en el primer trimestre del año próximo», y dijo que la discusión sobre la manipulación de cifras «pertenece a las objeciones del pasado».
Fausto Spotorno, del estudio de Orlando Ferreres y Asociados, coincidió con ese diagnóstico. El economista agregó que en el Central se espantan con la idea de desdoblar, porque si cepo mediante los dólares se van como si nada, la situación empeoraría si ponen una cotización legal que esté por arriba del oficial.
“Fue lo que paso históricamente. Cada sector de la economía va a buscar liquidar divisas al tipo de cambio más alto”, recordó el economista. “Terminaba creándose una devaluación sector por sector”, contó.
“El principal obstáculo que enfrenta hoy esa medida heterodoxa son las potenciales sanciones del Fondo Monetario y de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Ambos organismos son enemigos declarados de los tipos de cambio múltiples y hasta podrían bloquear parte de las exportaciones argentinas en caso de que se adoptaran», había publicado en mayo el diario BAE sobre los planes del en ese entonces viceministro de Economía.
El segundo límite
La otra opción que surge frente al desdoblamiento es incrementar los recargos impositivos, como se hizo con el turismo, de manera que surja un dólar específico para cada actividad, por ejemplo, con los autos de lujo, viajes al exterior, etc. Así, se crearía un desdoblamiento en los hechos que no se formaliza por la vía legal y podrían evitarse las sanciones de los organismos internacionales.
Pero eso también tiene un límite.
“Un impuesto como tal debería pasar por el Congreso, un adelanto a cuenta de ganancias, como formalmente se lo presenta hoy, tiene un límite “modesto”: 35%, que es la máxima alícuota de ganancias”, detallan en Elypsis.
Cuando el año pasado se implementaron los recargos, el titular de la Afip Ricardo Echegaray lo hizo pasar como adelanto a cuenta de ganancias, que podría ser devuelto cuando se pagara el tributo a fin de año. El funcionario siempre desmintió los rumores que hablaban de un aumento en las tasas. De hecho, se opone a seguir incrementando los recargos porque ya roza los límites legales y no espera que surta efecto: cuando subieron los recargos del 15 al 20 por ciento la demanda aumentó.
“¿Qué pasaría si se paga en adelanto más que en Ganancias?¿Se genera un crédito fiscal?”, se preguntó Spotorno.
En diálogo con LPO, el tributarista Luis María Peña aclaró que existen vericuetos legales por los que podrían llevarse los recargos a tasas más altas. “El impuesto a las ganancias puede subirse hasta el límite en que se considere que confisque la propiedad”, explicó el especialista. “Existe la fórmula de que más del 35% es confiscatoria”, resaltó.
Peña sostuvo que si bien el límite del pago de ganancias es del 35%, con el impuesto a la distribución de dividendos del 10% hay empresas que terminan pagando un 45%. “Lo mismo sucede con las retenciones”, acotó. Y es que un productor de soja, por caso, paga un 35% de retenciones más otro 35% en ganancias.
En definitiva, el margen de acción por esta vía también luce acotado. Porque la magnitud de la corrección es tal que llevar la recarga a un 35%, sigue siendo conveniente frente a los $10 que se pagan por el dólar blue, dicen los analistas.
Fuente: La Política Online