Es empresario. Seis ladrones lo golpearon, picanearon y amenazaron con matarle un hijo.
Con el tabique nasal quebrado y signos de haber sido duramente torturado, Rubén González le contó a Clarín la pesadilla que sufrió junto a su familia, el martes a la tarde, cuando un grupo comando copó su casa y recién se fue cuando sus integrantes encontraron unos $ 40 mil y US$ 4.000. Además, le llevaron computadoras, armas de fuego y teléfonos celulares. En total, unos $100 mil.
González explota junto a su familia el salón de fiestas y eventos Quinta González, en el barrio Villa Esquiú, sobre la avenida Arturo Capdevila al 6.500, en la zona norte de esta Capital. Además, es vicegerente de la Cámara de Salones de Fiestas.
El martes a las cinco de la tarde, aproximadamente, llegaron al lugar unos seis hombres jóvenes, quienes “entraron pidiendo un presupuesto para el salón de fiestas.
Los atendió mi esposa, y ahí nomás la cachetearon y la hicieron pasar para el fondo. Yo me estaba bañando, escuché un golpe y un grito de mi hijo.
Yo salí casi desnudo y me encontré con los tipos que me apuntaban.
Les pedí que me dejaran poner un pantaloncito, que no quería morir así.
Pero ellos me pedían plata, decían que iban a matar a mi hijo”, contó el hombre al recordar esta desgracia.
González no entiende cómo “los ladrones sabían todo”. El hombre juró que “no tengo nada acá, el problema fue que encontraron $ 40 mil que mi otro hijo había guardado acá, en mi casa, y que yo no sabía porque él está de luna de miel”. Los delincuentes actuaron con total tranquilidad y se comunicaban con handies similares a los de la Policía de Córdoba.
“Fue un asalto tipo comando. Me pegaron mucho y me llevaron a otra habitación para torturarme”.
Ya en el otro cuarto, luego de haber encontrado los dólares en un cajón de un escritorio, los asaltantes siguieron con los golpes. “Querían más plata y yo no tenía. Me pegaron, me precintaron manos y pies. Con la culata de una pistola 45 me pegaban en la cabeza en los dos costados.
Me tiraron al piso y ahí me daban patadas”.
Los otros cómplices, mientras, requisaron el resto de la casa donde también funciona el salón de fiestas. “No quiero ni recordar, me hace mal. Mientras uno me daba culatazos en la cabeza, otro me torturaba apretándome un dedo con una pinza.
También me vendaron los ojos y me querían clavar un destornillador en la panza”, señaló conmocionado González.
Cuando los otros tres ladrones encontraron la plata del hijo recién casado, se ensañaron con el dueño de casa: “Yo no sabía que estaba esa plata. Los tipos creyeron que les estaba mintiendo, entonces me agarraron a las patadas y me decían ‘viste viejo, viste viejo’. Entonces con un ventilador improvisaron una picana, me agarraron con cables y me picanearon”, finalizó.
Fuente: Clarín