El país camina hacia una dura crisis cambiaria

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Profundizar el control del dólar sería negativo a largo plazo para la economía del país. El Gobierno debe tomar decisiones difíciles para incrementar la confianza. Tipos de cambio múltiples, una alternativa.

Argentina se acerca a una crisis cambiaria que podría golpear su economía, a menos que el Gobierno tome decisiones difíciles pero necesarias para incrementar la confianza en la tercera economía de América Latina y frenar la salida de dólares de las reservas internacionales.

Desde 2003, el Gobierno vino abandonando las políticas económicas de mercado y adoptó una actitud más populista con generosos subsidios, que abarcan desde el transporte público hasta los programas sociales.

Esa estrategia llevó a una aceleración de la inflación, que consultoras privadas estiman en alrededor de un 25% anual, una de las tasas más altas en el mundo. El Gobierno, que ha sido reprendido por el Fondo Monetario Internacional (FMI) por sus datos macroeconómicos poco precisos, aseguró que la inflación es apenas superior aun 10%.

En un intento por controlar los precios, la presidenta Cristina Fernández mantuvo la tasa de cambio oficial en un nivel artificialmente fuerte, algo que abarató las importaciones pero dañó la capacidad de las fábricas locales para competir internacionalmente y redujo los niveles de inversión privada.

Argentina se vio forzada a usar las reservas internacionales del Banco Central (BCRA), que son principalmente generadas por la exportación de granos, debido a las restricciones que tiene para financiar sus importaciones y pagos de deuda con dinero prestado desde el default de 2002.

Las reservas cayeron un 20% este año, a U$S 34.400 millones, su menor nivel desde principios de 2007.

Si la tendencia continúa, la Casa Rosada podría quedarse sin suficientes reservas para honrar sus vencimientos de deuda o para costear sus enormes importaciones energéticas, algo que podría llevar a un colapso económico.

El Gobierno reaccionó limitando el acceso a los dólares, algo que impulsó un mercado paralelo en donde la divisa norteamericana se vende a casi el doble de la cotización oficial.

Después de las elecciones legislativas previstas de este mes, el Gobierno podría verse tentado a lanzar otras medidas poco populares para endurecer el control de cambios.

Más control cambiario
A fines de 2011, Argentina comenzó a prohibirle a empresas y personas la compra de dólares con fines de ahorro. El año pasado, además, impuso un impuesto de un 20% a las compras con tarjetas de crédito realizadas en el exterior. A pesar de todo, esas compras aún drenan unos U$S 700 millones por mes de las reservas del Banco Central.

El Poder Ejecutivo podría ajustar esos controles aún más, subiendo la tasa o imponiendo un límite a las compras en el exterior. También podría complicar los requisitos para obtener dólares para el ingreso de bienes.

El impacto de controles monetarios adicionales sería negativo en el largo plazo. Con un acceso restringido a la divisa de Estados Unidos, a las compañías se les complicará cada vez más importar los insumos que necesitan para producir, y eso podría llevar a algunas firmas a cerrar o a despedir trabajadores.

Mantener el curso
El Gobierno podría optar por no actuar ante las preocupaciones cambiarias. En ese caso, el resultado sería un mayor deterioro económico del país.

Por ahora, los funcionarios nacionales mantienen los dedos cruzados y esperan que una cosecha de granos récord en 2013-2014 genera dólares para país.

El Gobierno también podría tratar de comprar tiempo pidiendo líneas adicionales de crédito al Banco Mundial, al Banco Interamericano de Desarrollo o al Banco Popular de China. En cualquier caso, el país necesitará atraer inversiones extranjeras para recuperarse, pero eso dependería de cómo los inversores ven al próximo líder del país, que deberá asumir en 2015.

«El Gobierno argentino es visto tanto local como internacionalmente como un mentiroso crónico», dijo Nicolás Cachanosky, un economista argentino de la Universidad de Denver. «Se necesita un shock institucional, una señal fuerte política e institucional de que las cosas van a ser diferentes», añadió .

Cambio «múltiple»
El Banco Central podría establecer un tipo de cambio oficial para el flujo de capitales como el turismo y otro para el comercio, haciendo una suerte de devaluación parcial. La entidad podría debilitar la demanda de dólares ofreciendo un precio oficial para el turismo más cercano al del mercado paralelo. La tasa cambiaria para importaciones podría mantenerse en los niveles actuales para moderar la demanda y controlar la inflación. También podría imponer diferentes tipos de cambio para ciertas industrias en un intento por impulsar la competitividad de las fábricas locales y atraer dólares.

Fuerte devaluación
El Gobierno podría tomar la decisión de modificar drásticamente el tipo de cambio oficial a un nivel que se acerque más al mercado negro, para impulsar la competitividad manufacturera e incrementar las exportaciones.

Una de las desventajas de esa alternativa sería que los precios se dispararían, erosionando la capacidad de compra de los argentinos y reduciendo en consecuencia el consumo.
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