Lamentablemente, tengo a mi hijo viviendo en el Barrio Nágera de Villa Lugano, con el consiguiente problema que esto significa, ya que ni él, ni la esposa ni su hija pueden entrar o salir, debido a la presencia de Fuerzas Armadas y los vecinos armados, que probablemente no vivan en la zona y serían activistas de cualquiera de los bandos
Estamos inmersos en una evidente pulseada política de gobiernos a los que, lo que menos les interesa es la población.
Ya estamos pensando en que nuestro hijo deje el departamento y se venga a instalar en nuestra casa, con todo lo que significaría este hecho, ya que seríamos varios para un departamento de solo 2 dormitorios en cruzar al parque Chacabuco; e instalarnos o simplemente tomar posición territorial y alquilar o vender ese espacio de tierra y de esta forma acceder a una vivienda con más espacio.
No me estoy poniendo en contra de ninguno de los que están en pugna, siempre refiriéndome a los pobres usados en esta guerra política.
Quien debe en este caso poner el orden necesario, llamémosle pacificación, es del Gobierno Nacional con acuerdo al Gobierno de la Ciudad, cosa imposible si vemos las declaraciones de mutuas culpas y responsabilidades no asumidas por ninguno de los bandos gubernamentales en guerra.
Mientras tanto, los habitantes de nuestro país siguen viendo los acontecimientos desde su TV, como si fuera una película de terror que ocurre en un lejano continente. Tendría que haber sido nuestro compromiso involucrarnos, de alguna manera, expresándonos en los medios de comunicación, haciendo un llamado a quienes realmente tienen la obligación de arreglar, mejor dicho, de haber generado este juego con fuego —que se supo cómo y cuándo empezó— pero de difícil pronóstico de solucionar.
No se puede “abrir” la inmigración sin un plan de inserción a la gente que se quiere sumar a nuestro país, sin antes ver dónde y cómo se puede incluir en el trabajo y la vivienda.
Hubiese sido el momento —oportunidad perdida, por supuesto—, para planificar lugares, actividades, medios de transporte para unir a la comunidad, centros de salud, para este aumento poblacional, conveniente con seguridad para el resto de la población activa, que componen el mercado de consumo y la producción.
Pero no, es más fácil darle un subsidio en forma de tarjeta alimentaria o por falta de vivienda, que son en definitiva la compra encubierta de votos cautivos, cuando estas ayudas deben ser transitorias y nunca permanentes.
Además, ¿cómo hacemos ahora para solucionar esta maraña cuando los dos sectores en pugna, me refiero a los vecinos y los que no poseen vivienda, tienen argumentos de sobra para justificar su accionar? Por supuesto que no me refiero a las agresiones y las muertes ocurridas por la inacción policial, por suerte cambiadas en las últimas horas al advertir una posible guerra civil, de seguir ese camino de enfrentamiento armado.
Bueno, en definitiva, repito por enésima vez una frase que pienso sigue teniendo vigencia: “No te quejes de lo que te pasa, si lo dejas pasar”.
Fuente: Tribuna de Periodistas/Walter A. Gazza