Presionan a Scioli para que se aleje de CFK después de octubre

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Una serie de factores aceleraron en los últimos días distintas reuniones reservadas de gobernadores del PJ y se menciona que Daniel Scioli habría participado de algunas de las mismas. En primer lugar, el triunfo de Ricardo Colombi en Corrientes justificó que la UCR comience a plantear la construcción de un gran frente no peronista para el 2015, cuyo principal presidenciable hoy sería Julio Cobos, aunque no se excluye que Ernesto Sanz le dé batalla. La ofensiva radical, destinada en parte a frenar el proyecto socialista que postula a Hermes Binner, inquieta a los gobernadores del PJ, sobre todo en las provincias donde la UCR tiene capacidad de retornar al gobierno, como Entre Ríos, Misiones, Catamarca, Tucumán, Jujuy, Chaco, Córdoba y Río Negro, entre otras. Otro factor gravitante es que las últimas encuestas certifican que ya es casi imposible que el Frente para la Victoria pueda achicar la diferencia con el Frente Renovador y que está pasando lo contrario: el massismo podría terminar 15 puntos arriba. Por último, después de un par de reuniones de un supuesto diálogo con sindicalistas y empresarios que hicieron pensar en cambios en la política económica, la presidente volvió a encerrarse en su círculo de incondicionales, dejando en claro que, pase lo que pase en las urnas, el rumbo económico seguirá siendo el mismo.

Así las cosas, algunos mandatarios veteranos y que se enrolan en el peronismo histórico, como Eduardo Fellner y José Luis Gioja (el primero fue superado en las primarias por la UCR y el segundo por una alianza liderada por los Rodríguez Saá) le plantearían a Scioli que si el PJ no reacciona institucionalmente después de octubre podría quedar atrapado entre dos fuegos. Esto es, el resurgimiento de los radicales con sus aliados socialistas por un lado y la irrupción de la “revolución de los intendentes” que lidera Sergio Massa por el otro. Concretamente, se razonaría que, una vez comprobada en las urnas la derrota del Frente para la Victoria, si el peronismo no se diferencia rápidamente del kirchnerismo, estaría destinado a correr su misma suerte. El principal portavoz de esta postura sería José Manuel de la Sota, que estaría funcionando como vocero de varios gobernadores ante Scioli.

Cuando el tiempo se agota

En definitiva, el gobernador cordobés le estaría reclamando a su colega bonaerense que luego del 27 de octubre tome distancia pública del gobierno nacional formulando una serie de críticas a las políticas económica, energética, de medios y judicial. La idea es que este distanciamiento se produzca en el marco de una reunión del Consejo Nacional del PJ, con el obvio riesgo de que, impulsados por el entrerriano Sergio Urribarri, varios gobernadores cristinistas ataquen a Scioli y entonces se fracture el partido. La idea de diferenciarse públicamente de la Casa Rosada le permitiría también a aquél frenar el progresivo declive de su imagen positiva pero en cambio lo expondría a enormes represalias. Por otra parte, ya hay síntomas de que, lejos de agradecerle el esfuerzo que está haciendo en la campaña electoral, el núcleo duro del cristinismo se prepara para convertir a Scioli en el chivo expiatorio de la derrota, lo que incluiría sostener que la gestión del intendente de Ezeiza Alejandro Granados como ministro de seguridad, con su toque de mano dura, no encontró respaldo en las urnas.

Los jefes sindicales también estarían tratando de influir en el futuro rumbo de Scioli. Aunque cada vez más cercano a Massa, Hugo Moyano se habría dejado ver por La Ñata. Él plantearía su postura del siguiente modo: la CGT, la cúpula del PJ, la UIA y la Mesa de Enlace deberían converger para obligar a la presidente a rectificar el rumbo económico del gobierno, pero sin poner en riesgo su continuidad hasta el 2015. En otras palabras, condicionar gradualmente al gobierno a partir de su derrota electoral.

Sin embargo, esta postura gradualista no sería la única. En el extremo opuesto se ubicaría Luis Barrionuevo, estrechamente ligado a Massa. Para el líder gastronómico, la cuestión debería analizarse en otros términos. Esto es, que la permanencia de Cristina en el gobierno podría arrastrar al peronismo a una grave derrota electoral en el 2015, aparte de que un gobierno débil pero cerrado perdería el control de las variables económicas.

Los acontecimientos parecen conducir a Scioli a la mayor encrucijada de su carrera política. A diferencia de otras crisis anteriores, la que está en ciernes puede obligarlo a tomar decisiones que no coinciden con su estilo contemporizador. El empuje arrollador de Massa no le dejaría, por otra parte, mucho margen para dilatar las definiciones.
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