Talleres cerró el año y el Chateau con una goleada

Se despidió de 2010 y del Estadio Córdoba de la mejor manera. La “T” jugó por última vez en “el viejo” Mario Kempes, goleó a Juventud Unida Universitario y se tomó revancha con 4-1 de la caída en San Luis. No hará de local allí hasta después de la Copa América, en julio de 2011.

La historia del fútbol cordobés le ha reservado siempre capítulos importantes a Talleres. Algunos felices, como la obtención de la Copa Conmebol, y otros desgarradores, como el descenso al infierno del Argentino A.

Su destino parece estar íntimamente vinculado a hitos que, con sus sabores y sinsabores, lo condenan a pasar de actor secundario a protagonista central en viajes que no siempre tienen pasajes de retorno seguro.

El partido de ayer no fue la excepción, porque si bien la goleada 4 a 1 frente a Juventud Unida de San Luis no fue en una final ni significó el retorno a la Primera B Nacional, le sirvió para curar heridas en varios frentes y para marcar su despedida del viejo y glorioso Estadio Córdoba –ahora “ Mario Kempes”– hasta el final de próxima Copa América. El treintañero Chateau necesita chapa y pintura, y ayer Talleres lo revistió con una pátina de felicidad.

Para Talleres seguramente será un “hasta luego”, quizás “un breve adiós”, pero que lo invita a soñar con un reencuentro venturoso, y que sus hinchas imaginan con el equipo acomodado otra vez en la segunda categoría del fútbol argentino.

Pero hasta que la fusión entre el hincha y el cemento del estadio mundialista se restablezca, pasarán al menos siete meses. Mucho tiempo, en el que la ansiedad se trasladará a la Boutique, un escenario que guarda para Talleres recuerdos buenos y de los otros. “El Paco Cabasés” albergará, nuevamente, la pasión de miles de hinchas, pero muchos menos de los que pueden entrar hoy en el Chateau Carreras.

De ironías y fantasmas

¡Qué ironía! Talleres no podrá jugar en el Kempes, pero en ese lapso Shakira sí podrá mover las caderas con algo más de gracia de lo que lo haría Solferino. El equipo albiazul tendrá que dejar una fortaleza que sólo Racing pudo voltear en el último clásico, para volver a su estadio y enfrentar viejos fantasmas. Que pueden asumir mil rostros, inclusive el de Carlos Ahumada, el ex gerenciador del club que supo lavarle la cara e invitarlos a una fiesta en la que lució como un salvador, pero que terminó con el peor cierre: el descenso al temido y desconocido Torneo Argentino A.

Ahumada, quien ahora en su rol de concesionario del equipo al que Talleres goleó ayer 4-1 no estuvo ayer en el Chateau, al menos en forma visible, pero que padeció en ausencia el insulto generalizado de ese “pueblo tallarín” al que tanto aludía otro emergente de ese pasado, Roberto Saporitti.

En ese escenario, en el que Daniel Willington, Luis “el Hacha” Ludueña, Luis Galván, Daniel Valencia y Miguel Oviedo, entre tantas ex figuras del club albiazul, lucieron lo mejor del fútbol cordobés de los ’70 y ’80, Talleres terminará festejando, en medio año más, el anhelado ascenso o mascullando otra frustración.

Será otro tiempo, en el que la zaranda de la memoria y los resultados dirán si sirvieron las sospechas de desestabilización que insinuó ayer un fortalecido Héctor Arzubialde, si la Boutique es “mufa” o si el Chateau fue el reino de la bienaventuranza.

Y también estará el recuerdo de aquella goleada de ayer, en la que Talleres le hizo sentir a los puntanos que la venganza por aquella caída en San Luis 3-2 podía ser terrible y en la que cortó una seguidilla de dos derrotas que amenazó complicarlo todo. Y que, además, le devolvió la alegría que derrochó en la tercera fecha del torneo, frente al mismo rival, en su primera victoria (2-0) en el escenario que ayer debió abandonar.

Fuente: Mundo D