La medida abarca a unas 5 manzanas de esa localidad en la que fue fusilado un ex policía de la PSA frente a su familia. Marcharon, volverán a hacerlo y tomaron la seguridad en sus manos
Sin poder salir de la conmoción por el asesinato de uno de los suyos, los vecinos de Ciudad Evita, en el partido de La Matanza, salieron a la calle a pedir lo que el Estado no parece estar en condiciones de ofrecerles -seguridad –, mientras analizan la marcha de una medida que adoptaron hace poco conscientes de que no resuelve la cuestión de fondo, pero quizás sirva de paliativo.
Resolvieron cercar cinco manzanas del barrio con barriles de 200 litros cargados con agua y unidos por cintas, para evitar y vigilar el ingreso de extraños a esa zona.
No es para menos. Hace rato que vienen denunciando la sucesión de delitos contra viviendas y comercios, pero el crimen del ex policía de Seguridad Aeroportuaria Gustavo Quiroga- fusilado de un tiro cuando quiso evitar una entradera frente a su mujer y su hijita de un año- fue la gota que directamente estalló el vaso.
Esa misma noche unos 500 vecinos de la localidad marcharon y mantuvieron una reunión con el jefe de la Departamental para obtener respuestas. Pero antes de lo ocurrido con Quiroga, en una medida insólita y hartos de los delitos, decidieron cercar literalmente cinco manzanas del barrio.
«Infinidad de veces nos robaron. Todas las casas, o el 90 por ciento, fueron prácticamente desvalijadas. Nosotros sabemos que no es la solución definitiva al problema, de hecho para eso somos ciudadanos y pagamos los impuestos para que nos cuide la policía, como tiene que ser», contó ayer Damián, un vecino, al canal de noticias TN.
Son aproximadamente unas cinco manzanas las que están «cercadas», a apenas 500 metros de donde mataron a Quiroga. En algunos casos dejan un pequeño espacio para que circulen los autos o arman circuitos para que los vehículos circulen en zig-zag, a baja velocidad.
«Los vecinos compramos tambores de 200 litros y tuvimos que cerrar calles para llamar la atención y para que no venga gente extraña a robar por los hechos delictivos que vivimos, gente que no es de acá, que vino a robar armada, que se quiere meter a las casas para hacer entraderas. Entonces, como la ciudad es media complicada para el que no es de acá, lo que se nos ocurrió para prevenir la inseguridad fue poner los tachos», agregó Damián.
Los vecinos saben que la medida no es la solución definitiva y que no son pocos los que la cuestionan, sobre todo los remiseros o los camiones recolectores de basura, pero admiten que es lo que tienen a mano: «Fuimos a pedir respuestas a las autoridades, pero no nos las pueden dar, nos dijeron que no tienen personal, que no tienen móviles, entonces nos vemos en la obligación de tomar medidas por nuestra cuenta. No sé si es muy eficiente o poco eficiente. Hasta ahora da resultado y se va multiplicando cada vez más», señaló Guillermo, otro vecino.
«Ayer hicimos una marcha por la muerte de Quiroga y nos juntamos casi 500 vecinos, después marchamos a la comisaría, hablamos con el jefe de la Departamental. Lo que pasa es que Ciudad Evita tiene 260 mil habitantes, y hay seis patrulleros para cuidarnos. Es una locura», concluyó Damián.
Los vecinos adelantaron que el martes 20, a las 20, marcharán de nuevo con frentistas de otras localidades de La Matanza, como Aldo Bonzi y Tapiales. «El jefe de la Departamental nos iba a dar respuestas. Si eso no pasa, vamos a cortar la Ricchieri», prometieron.
Fusilaron a excampeón de pelota a paleta en Chascomús
La seguidilla de entraderas fatales en territorio bonaerense se cobró una nueva víctima. Fue en Chascomús, donde un ex campeón mundial juvenil de pelota a paleta y reconocido comerciante fue asesinado de un balazo cuando llegaba a su casa con su esposa, confirmaron fuentes policiales.
Se llamaba Raúl Onnainty, de 48 años y conocido en el lugar con el apodo de “Drácula”. Aunque recién trascendió ayer, el hecho sucedió el domingo a la madrugada -alrededor de la 0.30- cuando el hombre volvía a su casa de la calle Avellaneda 770 con su esposa, María Delicia Fonseca, de 53, tras cenar en un restaurante. De repente los abordaron dos delincuentes. Uno de ellos obligó a la mujer a entrar a la propiedad y el otro comenzó a forcejear con Onnainty. Según las fuentes, los presuntos asaltantes escaparon y la mujer de la víctima llamó a una ambulancia para que asistieran a su marido, aunque el médico que llegó primero no pudo hacer otra cosa más que constatar que estaba muerto: un disparo en las costillas le perforó un pulmón.
El fiscal Nª 3 de Dolores, Diego Torres, dispuso el secreto de sumario en la causa, caratulada en principio “homicidio en ocasión de robo en grado de tentativa”, aunque el comisario inspector Claudio Aramburu, jefe distrital, se encargó de referir que “no se descartan otras hipótesis”.
Onnainty, que se dedicaba al comercio de frutería y verdulería, tuvo una destacada actuación deportiva como pelotari.
Perforados por la inseguridad, saturados de sangre y horror
Reza un viejo apotegma: “cada uno se defiende de la lluvia a su manera”. ¿Cuál es la defensa de un ciudadano de a pie que a diario ve a su barriada perforada por la inseguridad? La fatal seguidilla de entraderas a casas. Las recientes siete muertes acontecidas en menos de 72 horas. Policías abatidos en cumplimiento del deber. Robos y crímenes a mansalva en Ciudad Evita. Ante ese enrarecido paisaje urbano, la gente explotó. Están saturados de sangre y horror; hartos de estar hartos. Huérfanos de toda respuesta.
Y en ese contexto aparecieron ayer las barricadas, con una hechura casi inocente, infantil: barriles, cadenas, alambres y tachos de chapa oxidada. Unos 500 vecinos cercaron cinco manzanas. La presencia de los tambores cerrando las calles selló una imagen que hablaba por sí misma. Replicaba un ícono de otras épocas, de otras luchas históricas.
Si de cercos urbanos se trata, la cuestión es lo que queda a uno y otro lado. Atrás, guarecidos como pueden, están los vecinos que claman por cuestiones bien concretas como comida, trabajo y tranquilidad para sus familias y para sus hijos atravesados por el flagelo del paco, la inaccesibilidad a la educación y la proliferación de armas en la calle.
Esa gente ya ni siquiera enarbola banderas de terminología abstracta e intangible como la “justicia” y la “seguridad”. De eso se tienen que encargar -y no lo hacen- los que se parapetan a este lado de la barricada. Los que tienen el manejo estatal –provincial o municipal- de la fuerza pública y el orden. Los que deberían tomar decisiones en el aquí y ahora, desde su responsabilidad y obligación de gestionar, dejando el oportunismo de las campañas políticas para otro momento o para otros personajes ya lanzados a la contienda del 27-O. Sobre todo en lugares y barriadas como la de Ciudad Evita, donde más necesitan, y menos tienen. Indefensos, reaccionan como pueden. Y en ese contexto, la barricada es apenas una muestra de próximas, potenciales y virulentas reacciones, incluso aquella que emplea la justicia por mano propia. Esos tambores corroídos son apenas un emergente de la desesperante situación que en carne propia les toca vivir a todos los días, clamando por una solución que nunca llega, mientras les siguen fusilando a sus familias.
Fuente: Diario Hoy