Qué sentido tienen las próximas elecciones

Por Fernando Laborda

A menos de dos semanas de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), todavía un alto porcentaje de ciudadanos no tiene claro qué se vota en estos comicios.

Hay algo aún más llamativo: no pocos analistas y dirigentes políticos creen, a estas alturas, que las elecciones del 11 de agosto no tendrán mucho más sentido que el de una gran encuesta previa al acto electoral de octubre.
En rigor, si se toma el distrito porteño, sólo dos fuerzas políticas, la coalición UNEN -formada por el radicalismo, la Coalición Cívica, el Proyecto Sur, Libres del Sur y el socialismo- y la agrupación Compromiso Federal, inspirada por el ex gobernador de San Luis Alberto Rodríguez Saá, realizarán auténticas elecciones internas.
En UNEN, se enfrentarán cuatro listas de senadores y diputados nacionales, encabezadas por Fernando Solanas y Elisa Carrió, Rodolfo Terragno y Martín Lousteau, Alfonso Prat Gay y Ricardo Gil Lavedra, y César Wehbe y Leandro Illia.
En Compromiso Federal, seis distintas nóminas competirán por diputados nacionales, aunque todas ellas apoyan a Alberto Rodríguez Saa para una banca en el Senado. Tales listas que lucharán entre sí son encabezadas por Carlos Maslatón, Miguel Lacour, Marcelo Puella, José María Vernet, Teresa Calleri De Gennaro y Moisés Ikonicoff.
Fuera de esas dos fuerzas políticas, donde habrá compulsa interna, las PASO tendrán un atractivo especial para todas las agrupaciones más pequeñas, que se juegan la posibilidad de participar en las elecciones generales de octubre o quedar fuera de ellas. Esto es así porque únicamente podrán tomar parte en los comicios generales aquellas agrupaciones que obtengan en las PASO un total de votos, sumando los de todas sus listas internas, igual o superior al 1,5% de los sufragios válidos emitidos en el distrito para la respectiva categoría de candidatos.
El hecho de que se vea a las PASO como una gran encuesta que anticiparía el resultado de las elecciones generales de octubre guarda relación con la creencia de que el electorado no debería tender a modificar su intención de voto en poco más de dos meses. Hay, sin embargo, dos cuestiones que podrían derivar en un cambio de posición de una parte del electorado hacia las urnas.
La primera pasa por el peso del voto antikirchnerista. Es sabido que una porción del electorado, calculada en aproximadamente un tercio, manifiesta que no quiere que gane el oficialismo bajo ningún concepto. Es de esperar, por lo tanto, que un porcentaje de ese tercio, se incline en octubre por aquella fuerza política que demuestre mayores probabilidades de ganarles a los candidatos de Cristina Kirchner. Esta alternativa podría darse con más fuerza en la provincia de Buenos Aires.
La hipótesis que más se escucha es que si la lista de Sergio Massa se impone por escaso margen a la encabezada por el cristinista Martín Insaurralde en las PASO, una porción de votantes antikirchneristas que optó por otras alternativas, como la encabezada por Francisco de Narváez, estén tentados de apoyar al intendente de Tigre en octubre.
Claro que esto no tendría por qué suceder en una elección legislativa, donde el electorado en teoría debe votar a aquellos candidatos que mejor lo representen, independientemente de sus muchas o pocas chances de salir primeros.

La teoría del voto útil resulta más propia de las elecciones presidenciales que de las legislativas. No obstante, el voto bronca hacia un gobierno y los deseos de ver a la lista oficialista perdiendo en un distrito clave como el bonaerense puede a veces dejar atrás el voto positivo.

La segunda hipótesis de modificación en la intención de voto entre agosto y octubre guarda relación, precisamente, con las fuerzas políticas donde efectivamente habrá lucha interna en las PASO.

Por ejemplo, si «Pino» Solanas termina imponiéndose en estos comicios, ¿estarán todos los que voten dentro de dos semanas a Prat Gay o Terragno dispuestos a votar a aquél como candidato a senador en octubre? Y, si ocurriera a la inversa, ¿apoyarían todos los votantes de Solanas en agosto a cualquiera de los otros candidatos a senador de UNEN dos meses después?
De acuerdo con estas hipótesis, pueden plantearse otras en términos cuantitativos, sobre la base de las encuestas de intención de voto conocidas en los últimos días.
El último sondeo de Poliarquía para LA NACION realizado en la provincia de Buenos Aires arroja una adhesión del 32,5% para la lista de Massa; un 27,4% para la de Insaurralde; un 13,1% para la de De Narváez y un 11,7% para la liderada por Margarita Stolbizer. La duda de los encuestadores es si, con un resultado como ése en agosto, no habrá un porcentaje de votantes de De Narváez y Stolbizer que estarán tentados de apoyar a Massa en octubre con tal de asegurarse de infligirle al Frente para la Victoria una derrota inolvidable.
Otra encuesta, realizada por Management & Fit entre 1000 personas consultadas en la Capital Federal del 23 al 27 de julio, indica la siguiente intención de voto para senadores: Gabriela Michetti (PRO), 30%; Daniel Filmus (Frente para la Victoria), 19,8%; Solanas (UNEN), 9,3%; Terragno (UNEN), 8,6%, y Prat Gay (UNEN), 8,3%. Si se sumaran los votos de los tres candidatos a senadores de UNEN, llegarían al 26,2% y desbancarían del segundo puesto al candidato kirchnerista.
Para diputados nacionales, Management Fit arroja estos guarismos: Sergio Bergman (PRO), 23,6%; Carrió (UNEN), 19,3%; Juan Cabandié (Frente para la Victoria), 17,8%; Lousteau (UNEN), 10,7%, y Gil Lavedra (UNEN), 5,2%. Sumados los votos de UNEN, alcanzarían el 35,2% y no sólo superarían los del kirchnerismo, sino también los de PRO.
Los resultados de esta última encuesta demuestran que un porcentaje no menor de electores estaría dispuesta a cortar boleta y a votar por la lista encabezada por Michetti para el Senado y por que lidera Carrió para la Cámara Diputados. Según la empresa encuestadora que hizo el sondeo, el 36,8% de los ciudadanos consultados asegura creer que cortará boleta; sólo el 26,2% manifiesta seguridad de que votará la boleta completa, en tanto que el 37% no sabe o no contesta.
La gran duda de los encuestadores es cuántos de los que dicen que cortarían boleta, efectivamente lo harán a la hora de entrar al cuarto oscuro.
Fernando Laborda Twitter: @flaborda

Fuente: La Nación