Los que niegan la vida, niegan el bien común

¿ Qué es eso, y como es eso ?, que los argentinos aceptemos sin objeción y resistencia alguna,  leyes absolutamente contranatura y fatalmente al margen de la conciencia, sobre todo en cuestiones que atañen a la vida,
Omitir el bien que significa dar, contener, proteger y promocionar la vida, es materia gravísima, y con seguridad la causa de todos nuestros males.
Por si hace falta alguna aclaración, «nadie esta obligado a obrar contra la objeción de su propia conciencia» ya que esta es la substancia ineluctable de toda ley humana, así debe ser, y no de otro modo. La interpelación de la propia conciencia, determina que el hacer debe quedar enmarcado sin mas, por las normas éticas o morales.

Vayan algunas notas dignas de destacar.
Para las nuevas generaciones de argentinos, estigmatizados con la estupidez del mito, la leyenda y la fabula, el derecho positivo ya no hunde sus raíces en lanaturaleza humana, sino en modas culturales impuestas, que desafían hasta el hartazgo el orden natural,  por supuesto que con conocimiento pleno de las consecuencias, esta es la razón de la contumacia de los mandamás.
También cabe preguntarse ¿providencia o predestinación?, y  la venimos padeciendo algunos pocos y disfrutando algunos cuantos, lamentablemente es así la razón por la que hoy vivimos en esta acracia.
En los medios de información masiva, que no son mas que eso, todo es primicia, lo público y lo privado, lo bueno y lo malo, aunque vayan mas allá de los contenidos y sus consecuencias nefastas, en definitiva hacen docencia de la miseria.
Sin animo de apelar a ninguna explicación artificiosa, y  sencillamente  a ojos de buen cubero, se observa el perjuicio palmario a nuestra cultura y tradición nacional.  Razón por la que, los actuales » gobernantes» no nos gobiernan sino que nos someten por la fuerza bruta, propia de la tiranía imprudente y destemplada, y con beneficios exclusivamente personales..
Como si se hubiera minado la inteligencia argentina, obra incuestionable de Gramsci, la voluntad sigue ahora el derrotero de la astucia, síndrome por excelencia del egoísmo intelectual e individual reinante, que torna cada vez mas imposible el orden social. Lejos están estos esbirros del poder, en solidarizarse con la promoción y justicia social.
Para acicalar mas el desorden, pretenden construir la sociedad únicamente sobre los derechos de la persona humana, haciendo caso omiso de los deberes de la persona humana, que  por  razón de estricta justicia, son la antesala de los derechos.
Ademas, estos degenerados congénitos, padecen todos la misma patología, «broncemia» del poder, muy bien definida por el Dr.Francisco Occhiuzzi  de UNC,
No solo se apoderaron del gobierno sino que manifiestan permanentemente su mofa hacia el pueblo en su conjunto. Y les guste o no , no existe el pensamiento único, sino la libertad irrestricta de conciencia, fundada en la sindéresis.
No se debe construir nuestra sociedad sobre la falacia, razón por la que hoy, nuestra vida social y privada están tapizadas de mentiras, que nos desdibujan los verdaderos objetivos políticos y el diáfano horizonte de la vida.
No se debe liberar la conciencia de aquello que Dios nos dono, entre otras la virtud sencilla y practica de diferenciar el bien del mal, so pretexto de una libertad libre de limites, cuestión imposible pues sin límites nadie podría vivir en sociedad, porque las normas no dejan de ser los andariveles que conducen al bien en común..
Actualmente, esta predica viciosa de la libertad, síntesis de la vulgata filomarxista, conduce al hombre por fuera del ethos  , lo que imposibilita la vida en común que es el instrumento natural de su subsistencia.
Los limites son las normas impuestas consuetudinariamente a lo largo de la vida, correspondidas e iluminadas sobrenaturalmente. Chesterton decía: quitado lo sobrenatural solo queda lo antinatural.
No se debe estimular la idea de una falsa audacia, pues esta es patrimonio de la juventud, es una virtud no menor, hermana nada mas y nada menos que de la magnanimidad, virtud que siempre esta ordenada al bien del prójimo.
No nos olvidemos que el futuro de los pueblos, siempre ha estado en manos de nuestros queridos y temerarios jóvenes. A pesar de que hoy los hayan conculcado con el motor de la envidia y la infamia, que nos termina sumergiendo a los argentinos en la mayor de las acedias, o si se prefiere, en la tristeza académica, laica, gratuita y obligatoria.
No se debe omitir la verdad bajo ningún concepto, pues estaríamos subestimando a quienes nos precedieron y precederán en este derrotero.  Debemos tener presente, que la mentira ha sido el ardid por excelencia de estos «demócratas idealistas», quienes han dado en llamar a este vicio, cintura política, sin darse cuenta del  postrer mal común generado
No se debe fomentar mas esta carrera sin sentido y la cultura del ocio puente, que  inevitablemente termina  con nuestros anhelos y ambiciones de posteridad.
Y menos que menos, esto no se debe dirimir en las urnas, pues de esta forma solo conseguiremos prolongar nuestra agonía favoreciendo estos híbridos mentales producto de taras congénitas.
Si estamos convencidos y tenemos conciencia clara de la realidad,  que esto no nos pertenece, debemos ya implementar los instrumentos necesarios para la reconquista de la Patria.
Pensemos si la vida no es el mayor bien del hombre, que ademas cualquier persona esta preparada para defenderla desde lo instintivo e intelectual.  Pues hoy, en democracia solo se votan leyes, que tienen un sentido totalmente unidireccional y contrario a la preservación de la misma. Sin saber que el bien común mas importante es la misma vida, que da existencia a otras vidas no menos importantes, como la de las instituciones intermedias, que nos  permiten ordenar la urdimbre social, a partir de las mas diversas afinidades humanas.
Como conclusión creo que es una obligación recuperar sin perdida de tiempo, la soberanía social, cultural, laboral, jurídica y política, sin lugar al miedo infundido por las bestias encarnizadas con el malbaratado peculio.

A mis queridos compatriotas  Porro unum est necessarium: Reddite ergo quae sunt Caesaris, Caesari et quae sunt Dei Deo

 

Fuente: Carlos Martínez