Newell’s ya no puede soñar con la Libertadores, pero tiene que ganar

El sueño terminó mucho antes del festejo enloquecido de Independiente anoche, tras ganar por primera vez la Copa Sudamericana. La ilusión se hizo añicos a pocos pasos de la línea de llegada.

Un estigma que persigue a Newell’s en los últimos tiempos. Los rojinegros fueron dilapidando sus posibilidades una a una por culpa de sus falencias ofensivas. Es difícil que un equipo que no hace goles llegue a su objetivo. La maldición de ver la zanahoria y no poder alcanzarla persigue a la era Sensini desde aquella aciaga definición del Apertura 2009 en la que el equipo rojinegro hizo una campaña extraordinaria, pero fue incapaz de ganarles a Arsenal y a San Lorenzo en el Parque y terminó a dos puntos de Banfield en una definición insólita y de pocos antecedentes: los dos equipos que definían el campeonato perdieron en la última fecha. Igual, al partido de esta tarde ante Olimpo lo debe jugar a ganador, pensando en insistir en su pelea.

Las desventuras rojinegras siguieron con la temprana eliminación de la Libertadores a manos de Emelec de Ecuador y tuvieron su último capítulo en Quito, cuando Liga Deportiva Universitaria lo sacó de la Copa Sudamericana que hoy, sorpresivamente, ostenta Independiente, un equipo infinitamente inferior al rojinegro pero que supo cómo jugarla y fundamentalmente tuvo poder de fuego en los momentos clave. Newell’s jugó 4 partidos en ese torneo y en tres de ellos no marcó goles. Era imposible que pudiera prosperar.

Hoy paga las consecuencias. Sufre una nueva frustración. Sí, también es cierto. Bienvenidos los tropiezos si ese es el costo de ser protagonista.

Por eso, ahora el objetivo es conseguir la mayor cantidad de puntos para empezar a engordar los números de cara a la próxima Copa Sudamericana. Hoy será Olimpo y el domingo Colón. Un torneo internacional de verano y después el Clausura.

Para entonces Newell’s deberá reforzarse de mitad de cancha hacia adelante. Pero eso tiene un precio muy alto. Se quedará sin Peratta, Formica o Sperduti. En la habilidad de los directivos para cerrar los negocios y también las finanzas estará representada la proyección para el Clausura. Sin goles los objetivos comienzan a alejarse hasta transformarse en inalcanzables.

Barajar y dar de nuevo es la cuestión. Potenciar lo bueno y mejorar lo que no estuvo bien. Serán dos fechas de cierto relax futbolístico que nunca es aconsejable, pero sí difícil de evitar cuando los objetivos desaparecen.

Inmediatamente comenzará el partido de un par de meses —un poco menos— que deben jugar los dirigentes para entregarle a Sensini y sus jugadores los elementos necesarios para exigir resultados importantes. Refuerzos, claro.

Fuente: La Capital