Independiente volvió a ser el capo de América. Después de 15 años gritó campeón en la Sudamericana. En una final agónica, le ganó 3-1 al Goiás, festejó en los penales y, encima, dejó con sed de copa a Racing.
Tres horas clavadas. Desde el primer pitazo de Oscar Ruiz hasta ese saltito maradoniano en el festejo de Eduardo Tuzzio. Primero hay que saber sufrir, Rojo. No hay que rebobinar más la cinta. Ahí está lo que decían los viejos. Los hinchas alientan al Turco Mohamed, cargan a Racing, sacan canciones que estaban rodeadas de telas de araña… Quieren hacer todo junto. Gritan campeón. Los espera un fin de año inesperado. Es fútbol, Rojo. Por eso es normal que se permitan evitar mirar (por un tiempito) la tabla del campeonato local, ésa que seguramente estará más acorde a su momento institucional y deportivo. Es tiempo de festejar. Quince años pasaron desde aquella Supercopa contra el Flamengo. El Rey había dejado la corona a un costado. El mito se fue diluyendo, las campañas fueron empañando la historia, el recuerdo llenaba de orgullo pero vaciaba de gloria. Matheu y Tuzzio comparten la Sudamericana, la levantan, la exhiben, la comparten, la saborean. El Rey ha vuelto.
Tres horas clavadas. Un partido extraño, con un primer tiempo palo y palo en el que Independiente podría haber sentenciado la final. A Goiás le alcanzó con un tremendo delantero como Rafael Moura para mantener el suspenso. Fue él (quién si no) el que empató enseguida y dejó sin sentido el gol inicial del pibe Velázquez tras una buena jugada preparada. Más tarde, Parra se encargó de justificar su gol de rebote con una definición tan repentina como estética para poner el 3-1 que invitaba a pensar que en el segundo tiempo le pondrían la frutilla a la torta. Nada de eso. Bajó la intensidad y subieron los nervios. Y así pasaron los minutos. Cada ataque de los verdes paralizaba a la marea roja. El Goiás estuvo varias veces cerca del arco de Hilario Navarro. La historia estaba escrita.
En el mismo semestre que Daniel Garnero y César Luis Menotti tuvieron que irse por la puerta de atrás, con el presidente Julio Comparada cuestionado y banderas amenazantes decorando el predio de Villa Domínico. Ahí está Silvera, que se perdió la revancha por estar suspendido, dando la vuelta olímpica. También Assmann, que completa la trilogía de arquerazos y tiene que soportar elogios sin ponerse los guantes. “Es para vos, es para vos…”. Sí, encima Racing, que un rato antes empataba contra Godoy Cruz, se queda con las ganas de entrar en la Libertadores.
La definición llega a los penales. Maxi Velázquez, Parra y Gracián la mandan al fondo de la red. Felipe explota el palo y suelta un poco la rienda de las más de 40 mil personas que coparon el estadio. Un viejo pone las palmas hacia adelante y las baja suavemente tratando de contagiar tranquilidad. Quince años pasaron. Había que esperar sólo unos minutos más. Matheu confirma la ventaja, pero Moura confirma que no falla cuando tiene el arco cerca. Todo queda en el botín de Tuzzio.
La malaria del campeonato local, el piedrazo al arquero de Defensor Sporting, la cancha que aún necesita refacciones, la polémica serie contra la Liga de Quito, el cambio de entrenador, los insultos a los jugadores, la final contra un equipo que jugará en la segunda categoría de Brasil… Patea Tuzzio. Independiente es el campeón de la Copa Sudamericana. Y todo se tiñe de Rojo. Ya no hace falta seguir rebobinando la cinta. El Rey se volvió a poner la corona.
Fuente: La Razón