Se trata del general César Milani. “Quiero que mi fuerza acompañe el proyecto nacional”, aseguró.
A pesar de la resistencia de la oposición que cuestionó su ascenso por su presunta participación durante el operativo Independencia en Tucumán en plena dictadura, Cristina Kirchner encabezó ayer la asunción de la nueva cúpula de las Fuerzas Armadas y puso en función como jefe del Ejército al polémico general César Milani.
Con varias frases que salieron del ámbito castrense y mostraron una estricta lealtad ideológica, el general afirmó que quiere una fuerza “que acompañe el proyecto nacional, que se encuentra vivo e instalado en el corazón y en la mente de los argentinos”. Además de Milani, el ministro de Defensa, Agustín Rossi, le tomó juramento al nuevo jefe del Estado Mayor Conjunto de las FF.AA., general de Brigada Luis María Carena; y a los flamantes jefes de la Armada, contraalmirante Gastón Fernando Erice; y de la Fuerza Aérea, brigadier Mayor Mario Miguel Callejo.
El 26 de junio, la Presidenta ordenó descabezar la cúpula de las Fuerzas Armadas y designó a los nuevo jefes. En ese momento, el nombramiento de Milani fue muy cuestionado y recibió duras críticas por parte de la oposición, debido a una supuesta vinculación de Milani con la última dictadura. El senador radical, Gerardo Morales, tildó al jefe del Ejército como un “personaje nefasto” y aseguró que su designación no era “saludable” para las Fuerzas. Sin embrago, desde el Gobierno omitieron todos los comentarios.
“Desde la soberanía, la única subordinación es con la patria y la bandera esto no debe olvidársele a nadie”, dijo Cristina y lanzó: “Las Fuerzas tienen un nuevo rol a través de la solidaridad”.
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