Los secretos tras el silencio del portero y la familia de Angeles

AngelesNadie sabe dónde están la madre, el padrastro y los hermanos. Detalles del círculo íntimo. Y las respuestas que faltan. Si murió en el camión, ¿cómo sobrevivió más de 5 horas en una bolsa?

«Lo que empieza mal termina peor”, sentencia el psiquiatra forense Miguel Maldonado en referencia a la compleja y confusa investigación por el asesinato de Angeles Rawson, esta tragedia con aires de telenovela por entregas. Jorge Néstor Mangeri (45) – el portero que el sábado se autoincriminó diciendo “soy el responsable de lo de Ravignani 2360; fui yo”- sigue detenido y volvió a negarse a declarar ayer al ser trasladado al Palacio de Tribunales para una revisación médica, donde además rechazó la defensa del mediático (y costoso) abogado Miguel Angel Pierri.

En medio de tantas idas y vueltas, nadie sabe donde están la madre de Angeles, Jimena Aduriz; el padrastro, Sergio “Pato” Opatowski; su hermano Juan Cruz; y su hermanastro Axel, ya que estos cuatro vivían con ella en el diminuto departamento ubicado en la planta baja del edificio, por estas horas vacío. Corrió el rumor de que el mismísimo secretario de seguridad, Sergio Berni, había contactado a los encargados del Hotel Howard Johnson de San Pedro para que allí se alojara la familia, que –al parecer-nunca llegó.

Su paradero, entonces, resulta una incógnita, como los ingresos que generaba el padrastro dando cursos para pescar con mosca frente al Planetario; la supervivencia de la familia “ensamblada” en un domicilio de una sola habitación (los tres jóvenes dormían en el living comedor) y las finanzas de Jimena, quien conoció a Opatowski en su rol de mejor amiga de su esposa fallecida. Tampoco ha formulado declaraciones el padre biológico de Mumi (y dueño del departamento), el ingeniero de la empresa Techint Franklin Rawson.

Independientemente del halo de misterio que rodea al círculo familiar, resultan inquietantes los puntos flojos de una investigación repleta de ellos. Repasemos lo que se sabe en base al comunicado oficial difundido el lunes por la Procuración Nacional. Angeles salió de su clase de gimnasia y a las 9.50 del 10 de junio llegó al edificio de Ravignani 2360, donde, según la hipótesis de la fiscal Paula Asaro, “Mangeri la interceptó en el hall”.

“Previo maniatarla de pies, manos y muslos, colocarle una bolsa plástica color verde en la cabeza e introducirla en una bolsa tipo consorcio de color negro” el encargado “la habría depositado en un container de residuos de la zona, para su recolección por los camiones compactadores”.

Bien. Se supone que el camión pasó no antes de las 19 horas y que la adolescente falleció por “el mecanismo de compresión instalado” en esa unidad, que le provocaron “traumatismos múltiples, producto del aplastamiento progresivo sobre tórax, cuello y cabeza”. ¿Cómo soportó sin asfixiarse más de 5 horas, con dos bolsas (no una), tapándole las vías respiratorias?

¿Dónde la redujo? ¿Dónde la golpeó? ¿Si la desmayó, y por eso no gritó, en qué momento la chica le infringió al portero los rasguños de defensa que, según la fiscal, incriminan a Mangeri?

¿Se volvió homicida de repente? Si no hubo agresión sexual (de hecho, el acusado no tiene un solo antecedente por delitos de esta naturaleza), ¿cuál fue el detonante? ¿Mumi tenía una mochila o dos? ¿Y cuántos juegos de llave?

A la hora en que se supone que ocurrió el hecho, en el departamento de la víctima –ubicado a metros del hall de entrada- la mucama Dominga Trinidad estaba cocinando y el hermanastro de la chica, durmiendo. ¿Ninguno escuchó nada?

¿Cómo pudieron equivocarse tanto los forenses que escribieron el informe preliminar de la autopsia? En él adjudicaban la muerte al estrangulamiento, así como los patólogos bonaerenses que revisaron el cuerpo en la Ceamse de José León Suárez refirieron haber visto una soga anudada al cuello de la víctima. Sin embargo, en el informe de la Procuración no menciona esa ligadura, sino la de los “pies, manos y muslos”.

Y una pregunta no menos importante, ¿por qué Mangeri insistió en desincriminar a su mujer cuando en ningún momento estuvo bajo sospecha?

A esta altura y mientras se aguardan los resultados de los estudios de ADN, la única certeza es que a esta jovencita que alcanzó el mejor promedio, amaba los comics y no pensaba mucho en el futuro, se lo arrebataron sin piedad.

Los vecinos organizan una marcha por la libertad de Mangeri

Jorge Néstor Mangeri fue trasladado desde el penal de Ezeiza, donde está alojado, al Palacio de Tribunales para una revisación médica. Allí manifestó su deseo de volver a declarar en la causa (ya se había negado a la indagatoria del sábado), por lo que se dio aviso al Juzgado de Instrucción 17 y se preparó el acto, pero cuando fue subido al juzgado subrogado por el juez Roberto Ponce, se arrepintió y volvió a recluirse en el silencio. A partir de hoy reasume en el juzgado Javier Ríos, de regreso de una licencia.

Esa misma tarde le informaron a Mangeri que su familia había contactado al abogado Miguel Angel Pierri para su defensa, aunque el detenido dejó asentado por escrito que se quedaba con su defensor oficial, Carlos Garay.

No obstante, el abogado Pierri contó ayer que un par de abogados de su staff fueron durante el día al penal de Ezeiza a ver al portero para tratar de entrevistarlo.

Ríos deberá resolver en las próximas dos semanas si deja detenido a Mangeri, si lo libera por falta de mérito o le dicta un sobreseimiento. Para cualquiera de estas medidas será clave el resultado de los peritajes.

Mientras tanto, la esposa del acusado, Diana Saettone, insiste con que su marido es inocente y “lo apretaron” para que se hiciera cargo del homicidio, pese a que para la fiscal, las heridas que tiene Mangeri se las autoinfringió para ocultar las que le provocó Angeles.

Muchos vecinos opinan como Diana. Y, por eso, en las próximas horas harán una marcha para que liberen a Mangeri en caso de no aparecer pruebas contundentes.

Lo que nadie escuchó

Como siempre, el lunes 10 de junio, Dominga Trinidad llegó a trabajar al departamento de la familia Rawson – Opatowski a las 8 de la mañana. Estuvo allí hasta las 13. Y declaró no haber visto regresar a Angeles de la clase de gimnasia, como debía hacerlo. Sin embargo, no le llamó la atención, ya que la madre de la chica detectó la ausencia a las 9 de la noche. Dominga y el resto de los vecinos aseguran no haber escuchado gritos a la hora en que se supone el portero interceptó a la víctima, pese a que el departamento de ella está ubicado a poquitos metros del hall.

Fuente: Diario Hoy