Aumenta descontento en Brasil ante el alza de las tarifas de transporte público

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Decenas de miles de brasileños protestaron de manera violenta contra el uso de recursos públicos en construcción de estadios, el alza al transporte y contra la corrupción. Las manifestaciones estallaron en al menos 11 ciudades.

Brasilia. Decenas de miles de manifestantes marcharon ayer por las calles de las mayores ciudades de Brasil, en una masiva protesta alentada por el descontento social ante el alza de las tarifas de transporte público, las inversiones del para la Copa Confederaciones y el Mundial del próximo año, la ineficiencia de los servicios públicos, la violencia policial y la corrupción al interior del gobierno.

Las marchas, organizadas en su mayoría mediante campañas en redes sociales, bloquearon las calles y detuvieron el tráfico en más de media decena de ciudades, entre ellas Sao Paulo, Río de Janeiro, Belo Horizonte y Brasilia. “La presidenta Dilma Rousseff considera que las manifestaciones pacíficas son legítimas y propias de la democracia”, dijo anoche la ministra de la Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia, Helena Chagas.

Las marchas comenzaron la semana pasada con una pequeña protesta en Sao Paulo contra un aumento en las tarifas del bus y el tren subterráneo.

Las protestas inicialmente fueron criticadas por gran parte de los brasileños de clase media, luego de que manifestantes rompieran vitrinas comerciales, cometieran destrozos en estaciones del sistema subterráneo y de buses en una de las principales avenidas de la ciudad.

No obstante, el movimiento ganó apoyo rápidamente y se extendió a otras ciudades, luego de que la policía utilizara una fuerza excesiva para reprimir a manifestantes. La mayor represión se vio el jueves en Sao Paulo, cuando la policía disparó balines de goma y gases lacrimógenos en enfrentamientos que dejaron más de 100 heridos, incluyendo 15 periodistas, de los cuales algunos dijeron que fueron atacados deliberadamente.

Estos hechos ocurren en momentos en que Brasil es anfitrión de la Copa Confederaciones, antesala del Mundial de futbol, que el gobierno espera que, junto con los Juegos Olímpicos del 2016, muestren al país como una potencia emergente en el escenario global.

Brasil también se prepara para recibir a más de 2 millones de visitantes en julio, cuando el papa Francisco participe en un encuentro de la juventud católica en Río de Janeiro.

Ante el contraste con los miles de millones de dólares que han salido de las arcas fiscales para construir nuevos estadios con el lamentable estado de los servicios públicos de Brasil, los manifestantes utilizan la Copa de Confederaciones como contrapunto para amplificar sus preocupaciones.

“No queremos la Copa”

“No deberíamos estar gastando dinero público en estadios”, dijo una manifestante en Sao Paulo que se identificó como Camila, una agente de viajes de 32 años. “No queremos la Copa. Queremos educación, hospitales, una vida mejor para nuestros niños” , agregó.

En Brasilia, cientos de manifestantes atravesaron los cordones de aislamiento que había montado la policía para que las protestas no se acercaran al Congreso y ocuparon en forma masiva el tejado de la histórica edificación diseñada por Oscar Niemeyer.

Los participantes en las protestas aprovecharon la orden de la Gobernación de Brasilia para que los policías no reprimieran a los manifestantes y se expandieron por todo el tejado del Congreso, al que llevaron grandes pancartas con sus reivindicaciones.

En Río de Janeiro, la principal avenida, Río Branco, en el centro de la ciudad, fue tomada por al menos 69 mil manifestantes, aunque algunas fuentes hablaban de 100 mil personas. La policía militarizada acompañó la manifestación. Imágenes de anoche mostraban a manifestantes corriendo y autos quemados. “Sin violencia” y “Ven a las calles, ven contra el aumento”, son las consignas que corean los manifestantes, que cuentan con el apoyo de vecinos y oficinistas que salen a las ventanas a demostrar su adhesión.

En Belo Horizonte, la tercer mayor ciudad del país, cerca de 20 mil personas participaron de las protestas, en las que se produjeron algunos enfrentamientos con la policía, que arrojó bombas de gas lacrimógeno y spray de pimienta. Anoche se desconocía si hubo heridos.

El secretario de Seguridad Pública de Sao Paulo, Fernando Grella, dijo que la policía no usaría balas de goma contra los manifestantes, tras los incidentes del pasado jueves.
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