La línea H del subte suma su sexta estación: hoy inauguran Corrientes

Comenzará a funcionar a partir de esta tarde. Será una cabecera clave porque conectará con la estación Pueyrredón de la línea B que circula por Corrientes. Así, la línea H duplicará la cantidad de pasajeros diarios.

La estación Corrientes de la línea H de subterráneos quedará inaugurada esta mañana y el servicio de subte comenzará a funcionar por la tarde. La ceremonia será encabezada a las 9.45 por el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, en la estación ubicada en la esquina de avenida Pueyrredón y Bartolomé Mitre, en Balvanera.

La línea H, inaugurada en 2007, es la red de subtes más nueva de Buenos Aires y está diseñada para unir el sur y el norte de la ciudad, entre Nueva Pompeya y Retiro, en 11 kilómetros de recorrido, aunque por ahora sólo circula entre Once y el cruce de las avenidas Jujuy y Caseros.

Cuatro años y medio después de comenzada la obra, luego de innumerables retrasos y hasta una paralización completa de los trabajos que se extendió por un año, se inaugurará la sexta estación de la línea H, que ahora permitirá combinar con la B, la línea que recorre la avenida Corrientes y que es la más usada, con 400.000 personas cada día. La línea H tiene apenas 20 mil pasajeros diarios entre sus cinco estaciones. Ahora, se sumarán unos 40.000 usuarios entre la H y la B.

La nueva estación Corrientes es grande, en el estilo de las que se han inaugurado en los últimos años. Tiene 135 metros de largo y 18 de ancho, con seis ascensores, diez escaleras mecánicas y dos caminos rodantes, para hacer la combinación con la estación Pueyrredón de la B.

La H tiene otras dos estaciones en construcción hacia el sur, desde hace cinco años: Parque Patricios (cuya inauguración se estima para 2011) y Hospitales. Con la inauguración de hoy, será la tercera estación de subte que pondrá en marcha Macri en tres años de gestión, quien en campaña electoral había prometido construir diez kilómetros por año. Las anteriores fueron Puán y Carabobo, de la A.

Fuente: La Razón