Buenos Aires, 25 May 2013 (AICA): El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, monseñor Mario Aurelio Poli, encabezó este sábado la celebración del Tedeum con motivo del 203° aniversario de la Revolución de Mayo, en el que pidió “enderezar” los caminos, poniendo la confianza en Dios y trabajando por la unidad y la superación de las adversidades. Asimismo, exhortó a construir un camino de convivencia, tolerancia y diálogo fecundo. “Si queremos, sabemos cómo encontrarnos”, resumió.
Al comienzo de la oración de acción de gracias a Dios por la Patria, a la que asistieron el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri, y la vicejefa, María Eugenia Vidal, junto con otros funcionarios de la cartera ejecutiva y de su bloque, los presentes pidieron a Dios el perdón por los pecados “individuales y sociales”.
Monseñor Poli recordó el “arrojo” de los héroes de la nación que posibilitaron tener un destino e identidad común, y valoró a aquellos que en estas conmemoraciones sienten, con “gratitud de familia”, la necesidad de “imaginar y pensar una nación donde no haya excluidos”.
El prelado insistió en pensar a la Argentina como “una familia con una herencia grandiosa repartida entre muchos hermanos”, aunque advirtió que este patrimonio “no da frutos si no mantenemos la unidad”.
En este sentido, recordó que la Palabra de Dios trae “iluminación” al hombre, y manifestó que esta misma Palabra “sostuvo la obra de hombres y mujeres” que precedieron en el camino. “En su sueños y proyectos encontramos a menudo una apertura espontánea a la Palabra, que convoca a la unidad y da fuerzas en la adversidad”, estimó.
En otro tramo de su predicación, el arzobispo se refirió a la lectura del libro del Eclesiastés que se leyó en la celebración, que dice: “Si te decides a servir a Dios, prepara tu alma para la prueba». Volviendo su mirada a los próceres, invitó a mirar cómo depositaron su confianza en Dios ante las adversidades y aconsejó ser pacientes, abiertos a la escucha y aceptos a la voluntad de Dios.
“Endereza tus caminos, tu corazón y espera en Él –expresó, citando la lectura-. La paciencia no es pasividad, sino confianza en Dios, que siempre nos escucha, sobre todo cuando los problemas nos superan. El que confía en Dios deja abierta la puerta, Él vendrá en su ayuda. Solo pide que enderece sus caminos y ponga su esperanza en él”.
Monseñor Poli también se refirió al sinuoso camino que ha recorrido la democracia en la Argentina y los conflictos internos que se sucedieron en la historia. No obstante, recordó que no han faltado momentos de “acuerdos fundamentales”, felices y beneficios para el pueblo. “En nuestra historia hay virtuosos ejemplos de convivencia, tolerancia y diálogo fecundo. Gracias a ellos se superaron desencuentros. Si queremos, sabemos cómo encontrarnos”, resumió.
El arzobispo reflexionó también sobre el evangelio, en el que Jesús enseña a los apóstoles a hacerse pequeños como los niños, cuando entre ellos se disputaban categorías de poder humanas.
“La proclamación del Evangelio de Jesús nos recuerda un concepto fundamental para la construcción de la ciudadanía. El que quiere ser primero, tiene que hacerse el último y el servidor de todos. Lo dice cuando sus discípulos buscaban categorías de poder humanas. Pero el que vino a servir nos propone otro camino. La grandeza de una persona se mide en su vocación por el servicio”, estableció.
Finalmente, evocó la figura del venerable José Gabriel del Rosario Brochero –el Cura Brochero-, quien será beatificado el 14 de septiembre, del que rescató su labor en pos de la promoción humana de las zonas más vulneradas de las sierras cordobesas.
El primado de la Argentina no pudo dejar sin mención al papa Francisco. Pidió a los políticos y ciudadanos que sean “custodios de la creación” y pidió no dejar lugar a los “signos de destrucción y muerte”, en armonía con el pedido que el Santo Padre hiciera el pasado 19 de marzo, día en que inició oficialmente su ministerio petrino.
“Pero para custodiar –agregó- también tenemos que cuidarnos a nosotros mismos. Custodiar significa vigilar nuestros sentimientos, nuestro corazón. De ahí salen las intenciones buenas y malas, las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo a la bondad, más aun, ni siquiera a la ternura”.
Los argentinos tenemos sobrados motivos para guiar nuestro camino hacia la esperanza, manifestó al final de su homilía.+
Fuente: AICA