Mi misión en la vida es entretener.
Después de 40 años, llegué a esa conclusión”, dijo anoche Susana Giménez en su regreso a la pantalla, por Telefe, tras un año cinco meses y una semana fuera del aire, según su propio cálculo. Susana volvió como si nunca se hubiera ido: fiel a su estilo. No se privó de cometer errores y tomárselos en solfa. Dialogó con los invitados como lo hubiera hecho en el living de su casa. Sacó lo mejor de Antonio Gasalla en el personaje de la abuela dejando que la paseara por cuanto tema se le antojó. Con Luisana Lopilato charló sobre embarazo, parto y cuestiones domésticas como lo harían dos doñas puestas a matar el tiempo en una sala de espera. Ayer, Susana jugó el juego que mejor juega. Y el que más le gusta al público, a juzgar por el rating minuto a minuto.
En la apertura hubo un video, dirigido por Claudio Divella, que representó la llegada de Susana desde su casa en Punta del Este hasta el canal. La acompañaron grandes figuras haciendo personajes diversos —chofer, canillita, piloto de avión, trapito, modista, entre otros—: Ricardo Darín, Julio Bocca, Diego Torres, Pablo Echarri, Marley, Sebastián Estevanez, Mike Amigorena, Soledad Pastorutti y el propio Gasalla. Además, todos ellos, salvo Bocca, estuvieron presentes en el programa.
Con Gasalla interpretando a la abuela, Susana se soltó. “Estoy muy flaquita”, dijo, y contó que su dieta actual es estricta: yoghurt en el desayuno, ensalada de frutas por la tarde y recién a la noche, una comida completa. Gasalla la llevó por caminos escatológicos con el asunto del yoghurt y ella salió del paso con gracia. En mayores aprietos la puso con otros asuntos. Por caso, cuando la conductora contó que había viajado mucho durante su año sabático, la abuela se despachó: “¿Cómo hacés para viajar, si hoy no se puede llevar plata para viajar? ¿Cómo hacés para conseguir plata?”. “Yo tengo… yo tengo amigos que me prestan —se rió Su—. Y tengo mi propia plata guardada, que la gané con mi trabajo”. O cuando, como quien no quiere la cosa, la abuela citó que Huberto Roviralta se había casado ayer y Susana exclamó: “¡Pobre mujer!”, en relación a la flamante esposa de su ex. En lo que ya es un clásico, Su aprovechó las preguntas de la abuela para desmentir los numerosos romances que se le adjudicaron últimamente: ni el arquitecto uruguayo, ni Maravilla Martínez y mucho menos el tal Bam Bam de quien dijo “nunca lo vi”. Durante el sketch compartido (el segmento que consiguió más alto rating), Gasalla y Susana pasearon por cuanto tema puedan imaginar: la princesita Karina, los nuevos reyes de Holanda, el Papa Francisco, el Día Internacional del Clítoris, Oggi Junco, el regreso de Diego Maradona a la Argentina, Charlie Sheen y el reality show que se planea hacer en Marte, entre otros. Una recorrida heterogénea a la que sólo dos comediantes como Gasalla y Susana se pueden animar en vivo y sin red.
Con Luisana Lopilato, que espera el nacimiento de su hijo para el 20 de agosto, la charla giró en torno a cuestiones obstétricas y a su marido, Michael Bublé. Allí, Susana se mandó la perlita de la noche: “¿Ya compraste la silla de mamar?”, le preguntó, y el estudio estalló en una carcajada. Lo atractivo de la conversación entre la conductora y su invitada no fue tanto el contenido como el enorme carisma que ambas tienen frente a una cámara. Y en la televisión, se sabe, el carisma es oro puro.
Si es por perlitas, Susana juntó para unos cuantos compilados: equivocó la pronunciación de un auspiciante de colchones, preguntó a la producción: “¿qué son esas señas que me hacés?”, contó que casi pierde un zapato en el camino hacia el estudio y anunció un tape del cumpleaños de Bublé cuando lo que se vio fueron imágenes del lanzamiento de su disco. Sí, Susana se equivoca. Pero lo acepta, y allí reside gran parte de su encanto. En un mundo con tanta gente empeñada en mostrarse infalible y proclamarse dueña de innumerables verdades, Susana resulta una corriente de aire fresco. Tiene la cualidad de no tomarse a sí misma demasiado en serio. De otro modo, jamás podría hacer con éxito el sketch junto a Gasalla. Ella maneja con sentido del humor sus propios errores y las críticas ajenas. Tal vez me equivoque, pero imagino que si se pone a leer los comentarios escritos en Twitter acerca de la extrema blancura que lucieron sus dientes en la emisión de ayer, se largará a reír y le importará muy poco.
Anoche, Susana volvió a la tele y ofreció lo que se esperaba de ella. Esta es su temporada número 25. Al cabo de tantos años, se convirtió en un clásico. Y a los clásicos, nadie les pide cambios, sino fidelidad a su estilo.
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