Más allá de algunas protestas, el árbitro dirigió muy bien: acertó en las rojas a Pizarro y a Tula.
Fue muy discutido. Algunos, en Independiente, protestaron la roja a Tula. Los de Lanús, muchos más, el raje tempranero a Pizarro. Algunos jugadores también bufaron. Y un plateísta hasta le tiró desde la platea local ¡un par de zapatillas! Pero ladren lo que ladren, el arbitraje de Germán Delfino no fue bueno, sino muy bueno. Más allá de su tendencia a veces exagerada por dejar seguir y no cortar el juego, el juez no falló en ninguna de las decisiones más trascendentes que tuvo que tomar ayer en el Sur. Primero, no falló en la roja a Guido Pizarro por la patada a Morel Rodríguez. Y luego, amonestó correctamente a Cristian Tula ambas veces: primero el central interrumpe una contra de Lanús agarrando a Maxi Velázquez, y después el central del Rojo lo baja a Romero cuando se alejaba del área: bien las dos tarjetas.
Más valorable aún la tarea de Delfino (que no dirigía a Independiente desde la sexta fecha del torneo pasado, en un 1-1 con Quilmes en el que el pito expulsó mal al pibe Martín Benítez) si se considera que el juez venía de dirigir otro partido de alto voltaje como fue el superclásico y, sobre todo, que arrastra un problema en su rodilla que hizo que hasta se dudara de si salía a dirigir el ST en la Bombonera el domingo pasado. Con todo ese contexto sobre sus espaldas, Delfino dirigió muy bien.
Fuente: Olé