Devaluar más no es solución, la Argentina es el único país que devaluó 67% en los últimos 8 años

Desde 2007 la economía Argentina viene soportando una pérdida persistente de su competitividad precio y de la protección por tipo de cambio. Esta menor competitividad implica que las importaciones se abaratan y los bienes argentinos comienzan a ser reemplazados por productos importados aumentando la salida de dólares del país. En este marco, disminuyen las exportaciones, la producción domestica y la generación de empleo.
La elevada inflación es el origen de la pérdida de competitividad precio del tipo de cambio.
Argentina acumula siete años de inflación de dos dígitos. El aumento acumulado del nivel general de precios quintuplicó y sextuplicó al observado en Brasil y Chile respectivamente. En un mundo y una región sin inflación, en 2003 / 2008 Argentina experimentó una apreciación del tipo de cambio real por inflación. Por el contrario, en el resto de los países la apreciación real tiene lugar por revaluación nominal del tipo de cambio. Esta tendencia se profundiza en 2008/2013.
En 2008/2013 para contrarrestar los efectos apreciadores de la inflación, Argentina comienza a devaluar su tipo de cambio nominal contra el dólar en forma sistemática y creciente, lo cual condujo a que Argentina sea el único país de la región con tipo de cambio nominal más depreciado que en 2002 y 2008. En pocas palabras, el tipo de cambio nominal se devaluó 67% durante toda la administración de CFK y 82% en la era K.
Puntualmente durante el último año y medio, (desde fines de 2011 y comienzos de 2012) se han radicalizado todas las políticas económicas. Por el lado del tipo de cambio, a fines de 2011 se estableció el cepo cambiario y se fortalecieron las trabas a las importaciones con el objeto de pisar la demanda de dólares. Al mismo tiempo se incrementó la tasa de devaluación, que
pasó del 5% al 18% anual. De hecho, hace meses que el ritmo mensual al que se devalúa el peso es aproximadamente 20% anual. Esta política abarata la producción doméstica pero encarece los insumos importados y los bienes de capital.
Por el lado de los precios, aumentaron los controles para evitar que se acelere la inflación. Sin embargo, la mayor devaluación del tipo de cambio nominal va en sentido contrario y estimula el aumento de precios. El equilibrio resultante luce inestable para la economía y de no mediar una coordinación de las expectativas los precios controlados se dispararan y la devaluación (TC-oficial) se acelerara aún más.
Este equilibrio de aparente inestabilidad no está presente en las otras economías de la región.
En mayor o menor medida, el resto de los países aplica políticas fiscales y monetarias contra cíclicas y toman medidas consistentes para mantener la inflación en niveles bajos y estables.
En la región el tipo de cambio se aprecia y se deprecia en función del ingreso de capitales, la actividad, la inflación, la política fiscal y monetaria. En Argentina, la devaluación responde casi enteramente al elevado nivel de inflación. De esta forma, el peso se devalúa a una tasa cada vez mayor (hoy en torno al 20% anual) y lo que permite que esa devaluación no sea mayor es que los socios comerciales de Argentina están transitoriamente apreciando sus monedas respecto al dólar.
En los últimos dos años Argentina devaluó su cambio oficial un 20% respecto al dólar.
Por otra parte, Chile, Perú y Uruguay apreciaron sus monedas entre un 2 y 6 % respecto al dólar.
Si bien, Brasil devaluó su moneda, lo hizo en una magnitud menor que la Argentina y la perspectiva actual es que deje de depreciarla.
La fuerte depreciación del peso argentino contra el dólar tampoco puede ser defendida con el argumento de que la divisa norteamericana se apreció en todo el mundo. Tomando un índice del valor del dólar respecto a una canasta de monedas, el dólar ganó sólo un 8% de valor en el mundo mientras que el peso se depreció frente a la divisa norteamericana un 22% en estos últimos 2 años.
Si el Gobierno eligiera devaluar -en noviembre de 2013- para recuperar la competitividad precio de los años 2010, 2007 y 2003, necesitaría que el dólar cotice a $7.62, $10.28, $12.52 respectivamente.
Paralelamente, el índice de tipo de cambio real Arg-EEUU (medida de competitividad), pasaría de 1.02 (oct´13) a valores de 1.38, 1.79 y 2.18 para los tres escenarios de devaluación.

¿Sería perdurable esta ganancia de competitividad? La competitividad ganada por estas devaluaciones abruptas no sería perdurable y desaparecería aproximadamente en un plazo estimado de 15 a 19 meses. Lo que ocurriría es que una abrupta devaluación se traduciría en una aceleración de la inflación, en el contexto de bajo desempleo y alta utilización de capacidad.

Podemos aplicar el mismo ejercicio a las economías vecinas. Es decir; ¿en noviembre 2013, a cuánto debería subir el tipo de cambio nominal en Brasil, Chile; Perú y Uruguay para recuperar la competitividad precio de los años 2010 y 2007?
Mientras que para volver a la competitividad precio del 2010 Argentina necesitaría devaluar un 36.5% y llevar el dólar a 7.62 pesos, Brasil no necesita devaluar nada. Chile sólo un 10.1%, Perú un 12.3% y Uruguay un 29.1%.

Si se quiere restaurar la competitividad precio del 2007 con una devaluación nominal, Argentina también tiene que depreciar su moneda nominalmente mucho más que Brasil, Chile, Perú y Uruguay.
En síntesis, el dólar paralelo y la brecha entre cotizaciones no son los únicos problemas cambiarios que tiene Argentina. Puesto que la política cambiaria del BCRA resulta insostenible en el tiempo y potencian los problemas estructurales de nuestra economía.

No obstante hay que destacar la política de tipo de cambio oficial es la consecuencia de la política fiscal desmedidamente expansiva que obliga al BCRA a emitir y entregar reservas para financiar al Tesoro. No puede haber política cambiaria dinámicamente consistente sin cambios en la política fiscal, la política monetaria y de financiamiento del tesoro.
elliberal.com.ar