(El País, España). El alza de la inflación, las denuncias de corrupción y las quejas por la reforma judicial se estrellan contra un Gobierno sordo a las críticas. La imagen de la presidenta cae diez puntos.
Que Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández multiplicaron su fortuna por siete desde que el primero puso el pie en la Casa Rosada como presidente es un hecho avalado por sus respectivas declaraciones de patrimonio. En 2003 declararon el equivalente a 1,2 millones de euros y cinco años después acumulaban 8,5 millones repartidos entre varios bancos y 23 inmuebles. Pero que Kirchner evadió dinero negro de Argentina para depositarlo en paraísos fiscales a través de su amigo el constructor Lázaro Báez nunca se probó. Hubo rumores y una denuncia interpuesta en 2008, pero nunca se demostró nada. El pasado 14 de abril, el periodista Jorge Lanata recuperó el tema con el testimonio televisivo de dos personas que involucraban a Lázaro Báez con Néstor Kirchner y con el lavado de 55 millones de euros distribuidos en paraísos fiscales a través de más de 40 sociedades interpuestas.
El programa batió récords de audiencia aquel domingo, pero la presidenta, Cristina Fernández, no dijo nada. Leonardo Fariña y Federico Elaskar, los dos gestores que involucraron a Lázaro Báez, se desdijeron de sus acusaciones, aunque eso no evitó que Báez interpusiera una denuncia contra ellos. Varios diputados de la oposición denunciaron a su vez el caso ante los tribunales. Pero pasaban los días y las semanas sin que Báez fuera imputado por nada. El domingo 28 de abril, el periodista Jorge Lanata, quien trabaja en el Grupo Clarín, volvió sobre el asunto en su programa televisivo y lanzó el guante:
—Estoy enfrente de cinco millones de personas diciendo que la presidenta encubre maniobras de corrupción. Por favor, díganos y pruébenos que estamos equivocados. Si es mentira, Cristina, todo lo que estamos diciendo, dígaselo a la gente.
Por Francisco Peregil
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