Buenos Aires (AICA): El nuevo arzobispo de Buenos Aires, monseñor Mario Aurelio Poli, agradeció a los miles de fieles que se hicieron presentes en la Plaza de Mayo con motivo del inicio de su ministerio episcopal al frente de la arquidiócesis. Reveló haber sentido “susto” al conocer la voluntad del Papa para sucederlo en su antigua sede episcopal, aunque afirmó recibir “constantes consuelos de fe y una fortaleza” de Dios. Destacó a las comunidades de la arquidiócesis, a las instituciones y los movimientos, así como a los consagrados y laicos, a quienes les manifestó “el deseo de continuar juntos el camino de la evangelización en la ciudad”.
El nuevo arzobispo de Buenos Aires, monseñor Mario Aurelio Poli, agradeció a los miles de fieles que se hicieron presentes en la Plaza de Mayo con motivo del inicio de su ministerio episcopal al frente de la arquidiócesis primada de la Argentina y los llamó a emprender juntos el camino de evangelización de la ciudad.
El prelado tomó la palabra antes de impartir la bendición final, y en un tono lleno de comicidad, avisó: “Quiero decir unas palabras, pero no se asusten, que voy a hablar poco”.
Monseñor Poli agradeció, en primer lugar, “A Dios Padre Providente, a su Hijo Redentor y a su Don de Amor, el Espíritu Santo, Vida y aliento”, y “a la Iglesia que nace del corazón traspasado de Cristo y que hoy se le ha confiado a su Vicario, el Papa Francisco”.
El nuevo arzobispo, que es doctor en Teología y profesor de Historia Eclesiástica y Patrología, contó una anécdota del primer obispo de Buenos Aires, el carmelita descalzo fray Pedro Carranza, quien debió viajar en carreta y a pie hacia Santiago del Estero, sede episcopal de la entonces diócesis de Córdoba del Tucumán, para ser ordenado obispo y comenzar su tarea ministerial. Con esta reseña, monseñor Poli quiso poner en claro que es consciente de la misión que emprende en Buenos Aires, sede primada de la Argentina.
“Sé algo de Historia de la Iglesia y tengo conciencia de las raíces que tiene esta Iglesia de Buenos Aires –añadió-. (Por aquí) pasaron venerables obispos y arzobispos… Por todo esto, ¡se imaginan el susto que me dio, y que todavía no me pasa, al enterarme que el Papa me eligió para sucederlo en la sede de Buenos Aires!”. Sus palabras generaron risas y aplausos entre la multitud que lo escuchaba.
“Al susto le siguió un enorme sentimiento de indignidad y pequeñez, que tampoco me pasa… Aunque vienen constantes consuelos de la fe y una fortaleza que me tiene de pie y que no es de mi natural. Reconozco en esto la mano de Dios, que empieza a acariciarme”, agregó monseñor Poli. También atribuyó esa “fortaleza” a la oración de los obispos, los sacerdotes, los religiosos y los laicos.
Entre los agradecimientos, monseñor Poli destacó a las comunidades de la arquidiócesis, a las instituciones y los movimientos, así como a los consagrados y laicos, a quienes les manifestó “el deseo de continuar juntos el camino de la evangelización en la ciudad”.
El arzobispo también tuvo palabras de gratitud a los sacerdotes de la arquidiócesis y a su “amado seminario”, donde fue director del Instituto Vocacional; a la “buena gente de La Pampa”, de la cual destacó las enseñanzas que le brindaron “tanto en cosas de la vida y de la fe; también, agradeció la presencia de las autoridades públicas.
También agradeció a los miembros de la Iglesia Ortodoxa Oriental y a las comunidades de las iglesias evangélicas, protestantes y anglicanas.
Particularmente, agradeció la presencia de la Acción Católica de Buenos Aires, que desde temprano colaboró con la logística de la celebración, y de manera especial, a los grupos Scout: “Como ustedes saben, tengo un cariño muy especial por los Scout, así que ¡Siempre listo a todos!”.
Luego de la Eucaristía, monseñor Poli saludó a los obispos, a las autoridades y a los fieles. Uno de ellos le regaló un pañuelo Scout, que complacido se colocó al cuello.
Palabras de agradecimiento del nuevo arzobispo de Buenos Aires
A Dios Padre Providente, a su Hijo Redentor y a su Don de Amor, el Espíritu Santo, Vida y aliento.
A la Iglesia que nace del corazón traspasado de Cristo y que hoy se le ha confiado a su Vicario, el Papa Francisco.
Sé algo de Historia de la Iglesia y tengo conciencia de las raíces que tiene esta Iglesia de Buenos Aires… pasaron venerables obispos y arzobispos en esta sede y a todos me encomiendo… Por todo esto…
Se imaginan el susto que me dio, y que todavía no me pasa, al enterarme de que el Papa me eligió para sucederlo en la sede de Buenos Aires. Al susto le siguió un enorme sentimiento de indignidad y pequeñez, que tampoco me pasa… Aunque vienen constantes consuelos de la fe y una fortaleza que me tiene de pie y que no es de mi natural. Reconozco en esto la mano de Dios, que empieza a acariciarme.
También lo atribuyo a los sentimientos de afecto y el compromiso de acompañarme en la oración de mucha gente, comenzando por mis hermanos obispos, los que esta semana me hicieron sentir la fraternidad episcopal.
A mis hermanos sacerdote de la arquidiócesis, de mi amado seminario; gracias por la acogida y manifiesta alegría de nuestro reencuentro.
La alegría de mi familia que siempre me acompaña… Mis primos y familiares de Tres Arroyos…
La buena gente de La Pampa –sacerdotes, consagrados y laicos, y mucha gente humilde. Que me enseñaron tanto en las cosas de la vida y de la fe, en estos casi cinco años, plenos y felices que me permitieron compartir. Gracias por venir de tan lejos y por el gran amor y compromiso que tienen por la Iglesia misionera. Los acompañaré con mi oración”.
Agradezco y valoro la presencia y oración de las autoridades públicas que están presentes y a quienes representan. Gracias al Señor Vicepresidente de la República y ministros que lo acompañan; al Presidente de la Cámara de Diputados y representantes del Poder Legislativo, como así también a los representantes del Poder Judicial; al Señor Jefe de Gobierno y la Vicejefa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y demás autoridades que los acompañan. Y quiero agradecer especialmente al Señor Gobernador y la Vicegobernadora de La Pampa, que han querido acompañarme en este inicio pastoral.
Finalmente, miro y reconozco la presencia de las comunidades de la arquidiócesis, las instituciones y los movimientos, los consagrados y laicos. A todos les manifiesto el deseo de continuar juntos el camino de la evangelización en la ciudad. A los niños y a los jóvenes, y entre tantos saltan a la vista la presencia de mis hermanitos Scout. A todos ellos, ¡siempre listo!.
A los que vienen de lejos, feliz estadía en Buenos Aires y buen viaje de regreso. A todos, mi bendición de corazón. Y gracias, muchas gracias.+
Fuente: AICA