Los consumidores tendrán un mes para cambiar productos

Fijan por ley un plazo mínimo de 30 días para que se realicen devoluciones o cambios de artículos en comercios.

Un día los consumidores tuvieron revancha. De ahora en más podrán cambiar desde un iPad hasta un pantalón en un plazo mínimo de 30 días corridos desde la compra y en cualquier momento que el comercio esté abierto. Se trata de una nueva ley que se puso en marcha en la Ciudad e incluye productos no perecederos como los celulares, electrodomésticos o artículos del hogar.

Tras las reiteradas denuncias, los vecinos de la Ciudad lograron que tanto las devoluciones como los cambios puedan efectuarse dentro de los 30 días siguientes a la operación, salvo que el comercio establezca un plazo mayor.

Según la nueva ley, propuesta por el diputado Daniel Lipovetzky (PRO), cuando por cualquier medio una de las partes pretenda establecer un plazo menor, se entenderá vigente el plazo de 30 días corridos.

A partir de la normativa, según describió el diputado a este diario, también fue modificado un artículo que determina la obligación de los establecimientos, que deberán informar del contenido de esta ley, mediante carteles visibles, ubicados en sector de cajas y en vidriera, los cuales contarán con la leyenda: “Los cambios o devoluciones pueden realizarse en cualquier día y horario de atención al público. En el caso de productos no perecederos tales devoluciones o cambios podrán efectuarse dentro de los 30 días corridos posteriores a la operación, salvo que el comercio establezca un plazo mayor. Ley 3281”.

La iniciativa surgió tras las frecuentes denuncias de consumidores que se quejaban que en 48 horas tenian que salir corriendo a cambiar el lavarropas o el televisor. “Esta medida forma parte de normas que venimos propulsando con el fin de promover los derechos de los consumidores, que ahora tendrán un plazo razonable para cambiar un producto, teniendo en cuenta las obligaciones que muchas veces impedían atenerse a los plazos de empresas y comercios”, expresó Lipovetzky.

Fuente: La Razòn