Los tratamientos para combatir el cáncer pueden causar alteraciones en la piel, pérdida del pelo y problemas en las uñas. Cuidarse y sentirse a gusto con el propio aspecto ayuda a mejorar la calidad de vida de los pacientes oncológicos.
La sequedad y la aparición de un picor muy intenso son las consecuencias que con mayor frecuencia se dan en la piel debido a la quimioterapia o a la radioterapia, según indica Mayte Truchuelo, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) y dermatóloga del Hospital Ramón y Cajal de Madrid
Tras la quimioterapia, las uñas pueden tardar muchos meses en recuperar su aspecto y fortaleza iniciales. En ese periodo, ya pueden utilizarse postizos y esmaltes combinados con fortalecedores de la tabla ungueal. Foto: EFE La especialista explica que, en función de cada tratamiento, habrá unas manifestaciones cutáneas distintas cuya intensidad puede variar. Así, la afectación de la boca suele deberse a la quimioterapia, aunque también puede producirse como consecuencia de la radioterapia.
Consiste en la aparición de úlceras que resultan muy molestas y que pueden dificultar la ingesta de alimentos y bebidas. “Es una de las cosas más incapacitantes”, destaca Truchuelo.
Por su parte, la radiodermitis, suele originarse tras la radioterapia. Esta lesión es similar a una quemadura. “La zona que recibe la radiación se pone roja, aparecen heridas, pica, escuece y se puede sobreinfectar”, comenta la dermatóloga.
Además, los pacientes que se someten a una intervención quirúrgica para la extracción de algunos ganglios pueden padecer linfedema. Dicha alteración suele darse en brazos y piernas. Según señala la especialista, «la extremidad afectada se hincha, puede enrojecerse y es más proclive a las infecciones».
Por otro lado, las palmas de las manos y las plantas de los pies pueden volverse dolorosas y experimentar una sensación de hormigueo permanente como consecuencia de ciertos tipos de quimioterapia.
Tras un tratamiento, vigile lo que come
Asimismo, nuevos fármacos oncológicos pueden ocasionar erupciones acneiformes. Se trata de unas lesiones que, aunque no son exactamente lo mismo que el acné de la adolescencia, se parecen mucho a ellas. “Pican y se dan generalmente en las primeras semanas de tratamiento con el fármaco”, apunta.
Truchuelo ofrece algunos consejos para mitigar todas estas lesiones. En primer lugar, considera importante prestar atención a los alimentos que se ingieren. Así, recomienda «evitar aquellos que sean muy picantes o muy ácidos ya que pueden originar molestias en la boca».
Por otro lado, la especialista afirma que el picor producido por la sequedad de la piel puede calmarse con medidas higiénicas y con cremas adecuadas, aunque no llegue a desaparecer del todo. Para combatirlo, también puede recurrirse «a corticoides tópicos o a fármacos orales, si fuera necesario», subraya.
La dermatóloga aconseja hidratarse varias veces al día con cremas que contengan poca fragancia o que estén exentas de ella ya que, según indica, los perfumes, en algunas ocasiones, causan reacciones de sensibilidad.
Vista de pelucas elaboradas para personas con cáncer por el proyecto, bautizado como ‘Dibuja una sonrisa’; de Javier Sandoval en Ecuador Foto: EFE Pero los cambios producidos en la piel tras un tratamiento oncológico, además de causar dolor o molestias, pueden afectar a la imagen del paciente. Estas alteraciones dermatológicas son especialmente visibles cuando aparecen en la cara.
Así, es posible notar una pérdida de luminosidad e hidratación, además de una sensación de tirantez en el rostro, que adquiere un color cetrino y apagado. También puede producirse una redistribución de los compartimentos grasos que existen en la cara, de modo que se intensifique la demarcación de los pómulos y se acentúe el hundimiento de los ojos. De esta manera, se puede apreciar una mayor flaccidez en la piel sobrante, refleja la “Guía de manejo dermatológico del paciente oncológico”.
Además, puede producirse un aumento de los poros, pueden aparecer dilataciones vasculares en las mejillas o junto a las fosas nasales, puede haber manchas marrones en el rostro como consecuencia de algunos quimioterápicos y la piel puede volverse más oscura aunque, por lo general, no de forma homogénea, explican los autores de este documento.
Jabón suave para la cara e hidratación
La “Guía de manejo dermatológico del paciente oncológico” ha sido elaborada por Pedro Jaén Olasolo, dermatólogo del Hospital Ramón y Cajal de Madrid; Mayte Truchuelo, dermatóloga de este mismo centro sanitario; Onofre Sanmartín, jefe de Servicio de Dermatología del Instituto Valenciano de Oncología y Jorge Soto de Delás, dermatólogo de la Policlínica Guipuzkoa de San Sebastián.
Estos expertos recomiendan lavarse la cara con un jabón limpiador suave e hidratarse el rostro con una crema para pieles sensibles. Asimismo, señalan que el uso de maquillaje corrector “puede ser de gran ayuda”, aunque precisan que este debe incluir sólo los ingredientes estrictamente necesarios y evitar perfumes, conservantes o sustancias sensibilizantes.
Con el objetivo de corregir los defectos estéticos que pueden aparecer en el rostro como consecuencia del tratamiento oncológico, los especialistas aconsejan utilizar bases correctoras para las lesiones localizadas; polvos para ocultar el brillo excesivo de la grasa y para aumentar la duración del maquillaje; fondos correctores, que consiguen crear uniformidad en el tono y en la textura de la piel; colorete y maquillaje para los labios, entre otros productos.
Sin embargo, hacen hincapié en la importancia de evitar las sustancias exfoliantes como las cremas con alfa-hidroxiácidos o retinoides. Del mismo modo, desaconsejan limpiar los poros de forma manual y traumática.
Una vez finalizada la quimioterapia, el dermatólogo puede aconsejar, entre los diferentes tratamientos estéticos, el más adecuado para mejorar los defectos que existen en cada caso. De esta manera, se puede ayudar a recuperar el buen aspecto del rostro “de forma más permanente que con el maquillaje corrector”, manifiestan.
Protección solar y efecto en las uñas
La pigmentación de la piel es uno de los problemas más frecuentes entre las personas que reciben un tratamiento contra el cáncer. “Gran parte de los quimioterápicos son fotosensibles, es decir, son capaces de provocar reacciones cutáneas al sol, de ahí la importancia de una protección adecuada”, afirman los expertos de “oncosaludable.es”, un sitio web de la Sociedad Española de Oncología Médica.
Una de las propuestas de Ángela Navarro para las mujeres afectadas con cáncer a quienes se les cae el cabelleo Foto: EFE Por ello, recomiendan evitar la exposición solar durante las horas centrales del día, aplicarse una crema de protección solar de factor 50+ unos veinte minutos antes de exponerse al sol, cubrirse el cuero cabelludo con gorras o sombreros y emplear prendas de vestir para protegerse del sol.
“El uso de cremas despigmentantes debe consultarse con un dermatólogo, aunque es conveniente evitar las que contienen hidroquinona u otras sustancias irritantes como ácido glicólico”, detallan.
Por otra parte, la alopecia “es uno de los efectos secundarios que más impacto psicológico produce, sobre todo a las mujeres”, afirma Mayte Truchuelo.
La dermatóloga explica que esto les afecta mucho pues es un recordatorio permanente de la enfermedad y del tratamiento. Algunas féminas, incluso, “se llegan a plantear no recibir la quimioterapia para no enfrentarse a la pérdida del pelo”, indica.
Cortarse el pelo antes de que empiece a caerse para minimizar el impacto, recurrir a gorros y pañuelos de algodón o utilizar una peluca son algunos de los consejos que ofrecen los autores de la “Guía de manejo dermatológico del paciente oncológico”.
Además, para camuflar la pérdida de cejas y pestañas recomiendan el uso de productos para pieles sensibles. “Con un buen maquillaje se pueden dibujar las cejas perdidas y se puede simular el efecto de las pestañas con un trazo a ras de párpado”, describen. Una opción es acudir a talleres para aprender la mejor forma de hacerlo.
No obstante, los dermatólogos recuerdan que la alopecia inducida por la quimioterapia “es casi siempre reversible” y empieza a remitir al mes de suspender el tratamiento. Asimismo, aclaran que, aunque el nuevo pelo puede presentar características diferentes al original, lo esperable es que con el tiempo recupere el mismo aspecto.
Los efectos secundarios del tratamiento oncológico también pueden apreciarse en las uñas. Fragilidad, uñas rugosas, estrías y alteraciones en el color y el grosor son algunos de los cambios que pueden experimentar las uñas. Así, los especialistas recomiendan cortarlas con cuidado y hacerlo siempre con tijeras, mantenerlas hidratadas y emplear lacas endurecedoras.
No hay problema en pintarse las uñas durante el periodo de tratamiento, pero para ello hay que escoger esmaltes hipoalergénicos y que no contengan toluol, formaldehídos o parabenos.
Para retirar la pintura se debe usar un quitaesmalte hipoalergénico libre de acetona, subrayan. Del mismo modo, durante el tratamiento desaconsejan usar uñas postizas y emplear quita-cutículas, ya que “pueden producir heridas y ser puerta de entrada de infecciones severas”.
Tras la quimioterapia, las uñas pueden tardar muchos meses en recuperar su aspecto y fortaleza iniciales. En ese periodo, ya pueden utilizarse “postizos y esmaltes combinados con fortalecedores de la tabla ungueal”, indican.
Para la doctora Truchuelo resulta fundamental explicar a los pacientes todos los cambios que pueden experimentar en su aspecto durante el tratamiento oncológico. A priori, estas alteraciones les causan mucha ansiedad, “pero si lo visualizan antes, lo llevan mucho mejor”, concluye.
Fuente: EFE