De galera y Gastón

La Gata Fernández inventó un cabezazo lujoso para dejar a Estudiantes a cinco puntos de Vélez y castigar una vez más a Independiente, al que le anotó su sexto gol con cuatro camisetas distintas. Genio Pincha, en el Rojo se lo quieren comer.

A los tres minutos, en el amanecer del partido, una jugada intercalando empellones con pisaditas de papi fútbol que le pellizcaron del buche, una linda bola picada a Mercado, que el lateral no pensó en devolver en forma de centro atrás, y poco más. Y lo poco tuvo que ver con un puñado de malas decisiones, alguna participación en el engranaje del toque, intentos de pivoteo en esa pose de único punta que, cuando lo obliga a jugar de espaldas, no lo favorece por físico… Encima, navegó bastante en offside, con las uñas cortas y retraídas.

¿Estaba para salir la Gata Fernández antes del pincelazo cumbre? Seguramente, si en el menú de Estudiantes fuera el de hace seis meses. O si su currículum no viniera con un frondoso dossier de brillos contra Independiente. O si no fuera capaz de construir, aún en su hora más opaca, una delicia como la que empujó a Estudiantes un paso más cerca del sueño. Ese cabezazo bombeado, ojos bien abiertos para evitar la participación del azar, acomodando el torso, el cuello, toda la anatomía para planificar la trayectoria de la pelota, sacarle la fuerza que traía en el centro, y para que la volada hacia atrás de Gabbarini, casi en cámara lenta, de reacción con delay, decorara la escena para darle más fuerza. Esa acción, de galera y Gastón, que borró de un cabezazo ganador la actuación oscilante que la precedió, que encendió el festejo alocado, desafiante ante la platea de Independiente, casaca primero al aire, y reverencia luego, cuando tocó el césped.

Hombre de conquistas importantes, no por nada Fernández es el goleador de este Estudiantes líder, con cinco tantos. Y eso que, en momentos de dudas, tuvo que bajar un escalón, jugando en Reserva ante Boca por decisión de Sabella, para volver a estelarizar, como ayer, ante un rival al que ya venía acostumbrado a azotar. Es que le marcó seis veces con cuatro casacas diferentes. Le hizo dos en Racing, sí, en el clásico del Clausura 2004, un 3-1 de ésos que dejan roncha, el anteúltimo triunfo académico en el derby. Le anotó uno con River, otro con San Lorenzo en el 4-3 del Clausura 2007 (el CASLA fue campeón, ¿una señal?), y el Rojo ya lo había sufrido en Estudiantes en la Sudamericana 08. El grito de ayer, aunque falten tres fechas, bien puede valer un título. Como para ratificar que el Pincha necesita en su atuendo a la galera. Y a Gastón.

Fuente: Olé