Ejecutan de 18 tiros a un joven y siguen la pista de otro ajuste entre narcos

La víctima tenía doble nacionalidad y vivía en Salvador Mazza. Creen que el homicidio estaría vinculado con un triple crimen en Acambuco.

Marco Antonio Arana murió a plena luz del día. El muchacho, de 27 años, tomaba un refresco en la ciudad boliviana de Yacuiba, del departamento de Tarija, cuando el conductor de una motocicleta lo remató de 18 balazos con una ametralladora. Para los policías que investigan el caso, su muerte tendría relación con el crimen ocurrido el 10 de octubre del año pasado en la localidad salteña de Acambuco, donde fueron ejecutados los salteños Tomás Horacio López, Juan Carlos Callejas y el boliviano Andrés Plata.

Arana vivía en el barrio 5 de Septiembre de la localidad fronteriza de Salvador Mazza. Los vecinos testigos del homicidio aseguran que antes de ser atacada, la víctima se había reunido con un hombre para conversar sobre asuntos de negocios.

Los detalles de la charla se desconocen. Luego de la reunión, Arana caminó hasta un comercio de la calle Cornelio Ríos, detrás de la escuela Mariscal Sucre, a comprar una bebida. Al salir del local, recibió un llamado a su teléfono celular y reapareció en escena el hombre con el que se había reunido previamente.

Ambos comenzaron a discutir y, en medio de la disputa, apareció un desconocido en una motocicleta. Los testigos aseguran que los disparos se efectuaron con una Uzi, subfusil automático de origen israelí. Después, el motociclista y el hombre que había discutido con Arana escaparon del lugar.

Para los investigadores de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen de Salta, la ejecución de Arana sería un ajuste de cuentas vinculado con el triple crimen ocurrido en octubre pasado en la zona selvática de Acambuco.

Ese día, los salteños Tomás Horacio López, Juan Carlos Callejas y el boliviano Andrés Plata fueron emboscados y fusilados de 35 disparos realizados con una ametralladora. Los asesinos dejaron como mensaje una botella de agua mineral y luego escaparon por el monte hacia Bolivia. El cuerpo de Andrés Plata fue el que más saña y balas registró.

Según la versión de la policía boliviana, Plata había «mejicaneado» algún cargamento o dinero que era propiedad de un narco de apellido González. Cuando se enteró del ardid de Plata, González organizó la venganza y lo convocó para hacer un trabajo en Acambuco. Plata llamó a López y Callejas para que lo ayuden, pero cuando los tres llegaron a la zona de trabajo fueron sorprendidos por un grupo de sicarios, que los acribillaron.

Una semana más tarde, los hermanos de Plata y un sicario argentino de apellido Formica, alcanzaron a González en la puerta de la clínica Monserrat de Yacuiba y lo mataron de cuatro tiros. Después de este crimen, Formica y Fernando Plata, hermano de Andrés, se escaparon para evitar las represalias.

Fernando Plata volvió semana más tarde a Yacuiba y se reunió con Formica en la casa de su familia. El asesino le exigió el pago de 500 dólares por el crimen de González y al recibir una negativa, le disparó nueve veces con una pistola 9 mm. Después se subió a su auto y se marchó.

Fuente: Tiempo Argentino.