El argentino superó al suizo por 3-6, 6-3 y 6-4 en el estadio Pipa Tigre y ante la presencia de 20 mil personas.
El suizo y el tandilense fueron los protagonistas de una fiesta a la que no le faltó nada.
La admiración que provocaron Federer y Del Potro con su tenis de altísimo vuelo fueron los hechos más salientes de una jornada histórica.
El numeroso público que se acercó hasta Tigre y que debió esperar más de una hora para el comienzo del partido, sólo quería disfrutar de ver en vivo y en directo a Federer, uno de los mejores tenistas de la historia.
Acaso ese fervor fue lo que provocó que los fanáticos incurrieran constantemente en gritos molestos, muchos de ellos fuera de lugar, que poco colaboraban con el espectáculo.
Pero Federer y Del Potro hicieron su trabajo, desplegaron todo su talento y, tal como todos esperaban, le dieron forma a una verdadera fiesta del tenis.
Imborrables en la memoria de los más de 20.000 hinchas quedarán el punto que Federer y Del Potro jugaron sólo con golpes de revés con slice, los drives invertidos y la mano dúctil del suizo, o las bombas de derecha que ejecutaba el tandilense.
Tras el partido el suizo aseguró: «Disfruté cada kilómetro que hice para venir hasta acá. Estoy muy contento, fue muy lindo. Es muy, muy especial jugar con un público así. Me sentí como en un estadio de fútbol por cómo lo vive la gente».
Fue la primera de dos fiestas que quedarán en el recuerdo por ser la primera visita de quien quizás sea el mejor tenista de todos los tiempos.
El partido
El tandilense hizo gala de su reconocida potencia y así logró vencer al notable tenista suizo Roger Federer por 3-6, 6-3 y 6-4 en la primera de las dos exhibiciones programadas en el estadio Pipa, en el Tigre.
El partido, más allá de ser una exhibición y de que los jugadores están en una etapa que no puede calificarse de competitiva, fue de alto nivel técnico.
En el primer set se vio lo mejor de Federer, ya que entró más metido en el partido, con mucho ritmo y dispuesto a mostrar buena parte de su repertorio a un público que lo ovacionó de pie una y otra vez, hasta cuando le alcanzó con precisión suiza las pelotas a los ball-boys.
El helvético hizo gala de su magistral revés y mantuvo siempre la iniciativa, lo que le permitió llevarse el set por 6-3 (quebró el servicio de su rival en el 4-2) en apenas 29 minutos ante un tandilense que lució estático y demasiado cauteloso, quizá sintiéndose algo juzgado por el público, que le recriminó su poco compromiso con la Copa Davis.
Del Potro dijo presente en el segundo parcial, cuando logró dos quiebres de servicio y tomó una ventaja de 5-2 que le permitió dominar con comodidad el desarrollo del set hasta llevárselo por 6-3 en media hora.
Las claves de «Delpo» fueron una notoria mejoría en el servicio, de hecho conectó una buena cantidad de primeros saques, un ajuste en su devolución y un castigo con sus «latigazos» de derecha en una cancha cuya superficie de cemento estuvo hecha a su medida.
El argentino se ganó el reconocimiento del público en el tercer set, cuando quebró de entrada, se adelantó 1-0 y dominó con su saque, a esta altura mortífero para un Federer que por más que lo intentó no logró descifrarlo y lo pagó con la derrota, la tercera consecutiva.
Es que el tandilense le ganó la final de Basilea y también en el Masters londinense, y así descontó la marcada diferencia de 13 victorias contra cuatro que rige en favor del europeo en el historial.
Un cierre a gran nivel de «La Torre de Tandil» y una ráfaga de sutilezas de Federer, de esas que solo él puede hacer, al punto que deja la sensación de que juega mejor que el rival aunque le toque perder.