EL CAIRO — Nuevos incidentes entre manifestantes y fuerzas antidisturbios se produjeron este miércoles en El Cairo, un día después de una inédita movilización popular contra el presidente egipcio, el islamista Mohamed Mursi, cuya decisión de atribuirse poderes excepcionales divide al país.
En la noche hubo incidentes en las calles adyacentes a la plaza Tahrir antes de extenderse durante la mañana. Las fuerzas del orden lanzaron gases lacrimógenos que llegaron hasta las carpas donde los manifestantes acampan desde el 23 de noviembre, según un periodista de AFP.
Cientos de manifestantes habían pasado la noche en la plaza tras la movilización de decenas de miles de personas a través del país para denunciar la decisión del 22 de noviembre del presidente Mursi de reforzar provisoria mente sus poderes para, según él, poder iniciar reformas.
Los opositores al presidente lo acusaron de comportarse como «un nuevo faraón» y de «robarse la revolución».
El decreto que permite que en lo sucesivo las decisiones de Mursi están al abrigo de todo recurso de justicia provocó una crisis sin precedente desde la elección en junio pasado del primer jefe islamista del país más populoso del mundo árabe y ahora dividido entre partidarios y opositores al jefe del Estado.
Tres personas han muerto desde que comenzaron los incidentes, en enfrentamientos entre policías y manifestantes o entre manifestantes de los dos campos rivales, según fuentes médicas. Decenas han resultado heridos, entre los cuales 100 el martes, según el ministerio de Salud.
Las violencias fueron denunciadas por numerosos manifestantes contra Mursi en la plaza Tahrir, deseosos de mantener el carácter político de la manifestación.
La manifestación del martes durante la cual el poderosos movimiento de los Hermanos Musulmanes, del cual forma parte el presidente, también fue abucheado, tuvo lugar en la mayoría de las 27 provincias del país.
«Lárgate» gritaban los manifestantes retomando la emblemática consigna de la revuelta contra Mubarak.
En una banderola desplegada en una de las entradas de la plaza Tahrir podía leerse «Prohibido a los Hermanos musulmanes»
«No queremos remplazar un dictador por otro», declaró un manifestantes Asser Ayub, de 23 años.
Después de un encuentro con la jerarquía judicial el lunes, Mursi mantuvo el controvertido decreto por el cual se autorizó a tomar toda medida considerada necesaria para «proteger la revolución».
Para sus partidarios, esos poderes excepcionales le permitirán iniciar las reformas indispensables para la marcha hacia la democracia y cesarán con la adopción prevista para dentro de algunos meses de la nueva Constitución.
Unica inflexión aparente, sólo sus «poderes soberanos», cuya definición sigue siendo vaga -están fuera del alcance de los jueces, dijo la presidencia, dando a enteder que las decisiones de rutina podrían ser sometidas los magistrados.
El decreto también impide a la justicia examinar los recursos contra el proceso de redacción de la Constitución, que sus adversarios estiman dominado por los islamistas.
En momentos en que Egipto necesita ayuda para reactivar su economía, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió que un «cambio mayor» en su política económica podría cuestionar el acuerdo previo sobre el plan de ayuda de 4.800 millones de dólares.
Para Estados Unidos, la situación en Egipto «no es clara».
El departamento de Estado llamó a terminar «el atolladero constitucional» pero minimizó los riesgos de ver a Mursi transformado en autócrata, no obstante la embajada de Estados Unidos en El Cairo parecía más crítica. «El pueblo egipcio ha indicado claramente durante la revolución del 25 de enero que estaba harto de la dictadura», puede leerse en un tweet en el sitio oficial de la embajada.
AFP