El 7 de octubre de 2012 será una fecha que se recuerde por mucho tiempo en Venezuela y en el mundo. Es la cuarta ocasión que Hugo Chávez se hace con el gobierno de Venezuela. El protagonista del golpe al estado venezolano en 1992, ahora es de nuevo electo presidente. Se trata del mismo hombre que consignó que en caso de que ganara Henrique Capriles, habría una guerra civil.
A la manera del oportunismo castrista, pesa como lapida el chavismo en Venezuela. Los Castro que justifican su cuartelazo contra Batista, porque aquel primero dio un golpe al estado democrático Cubano. Los Castro, los supuestos defensores de la democracia cubana, son también los que han extirpado a la democracia como forma de gobierno. Se ufanan de bolivarianos, pero su praxis se aparta de cualquier principio que pudo respetar Simón Bolívar.
Chávez, por vez primera encontró en Capriles el opositor fuerte y serio que antes no tuvo. El miedo le ganó a Chávez, al punto de amenazar con una guerra civil. Chávez repudia los observadores electorales. Chávez y los Castro son de esa sepa de gobernantes que tienen repulsión por todo lo que huela a contrapesos a su poder. Nunca crearan límites al poder, no pueden ser considerados personas de izquierda, en el sentido clásico; aunque sí en el sentido demagógico. Dicho de otra forma, son dictadores de closet.
Capriles dio la lección de civilidad política; él sí pudo llamar a una guerra civil. Participó de una elección en oposición a toda la maquinaría chavista. Participó con recursos limitados. Sufrió la inequidad de imagen en medios. Se enfrentó a las amenazas. Participó a sabiendas de que Chávez sólo ve en la oposición electoral el medio para legitimarse y gobernar de forma desproporcionada y sin limitaciones. Capriles aceptó el resultado, por más amañado que estuvo el proceso. Pero Capriles es un demócrata y Chávez un dictador de closet.
Caracas es una ciudad que padece más violencia que Ciudad Juárez, Chihuahua. Es un secreto a voces sobretodo colombianas que es el gran azuzador y en ocasiones patrocinador de la guerrilla de las FARC. Venezuela replica todos los vicios del autoritarismo del PRI hegemónico. Pero como Chávez es de izquierda no es criticado por el PRD, PT, MC o MORENA. Es bien sabido que Dolores Padierna y otros líderes de la izquierda ven con buenos ojos el chavismo venezolano.
México, Cuba, Venezuela y toda América latina están urgidos de políticos de calidad. Los políticos que valen la pena plantean límites al poder. No sirven los políticos resentidos que dan cuartelazos cuando no resultan victoriosos. Las naciones no progresarán si están en manos de los que secuestran las tribunas y los parlamentos. Para la democracia se necesitan demócratas, pero también instituciones democráticas.
Cuando la democracia se torna en histeria por resolver todo mediante, significa que ha degenerado en demagogia de la peor calaña. Para que la democracia funcione se requieren ciudadanos libres y responsables, los que pueden decidir su voto lejos de las prebendas y de programas sociales clientelares. La democracia no es para ciudadanos parásitos. Venezuela dio cuenta de 6,151,544 de ciudadanos que no son parásitos sociales y quieren un gobierno democrático y no un dictador de closet.
El apoyo social debe potenciar el desarrollo humano, permitir que las personas se desarrollen como personas. Debe ser el puntal del desarrollo y el crecimiento económico. Lo que no deben de ser los programas sociales son un disimulo hipócrita de la pobreza económica, ni un generador de clientelas políticas.
La oposición al chavismo, avanza sin prisas pero sin pausas. Sólo desde la constancia se puede construir naciones. La prosperidad económica es un producto social colectivo, no lo produce el Estado. Y nos falta mucho por andar.
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