Vélez y Racing dieron poco

BUENOS AIRES — De alguna forma que ignoro, nuestro fútbol actual esta recogiendo los escombros del modernismo. Esto pensaba mientras miraba a San Lorenzo-Quilmes, Newell’s-Arsenal y por último, a dos que, supuestamente son de lo mejorcito, Racing y Vélez. Todos juegan igual, es lo primero que asombra.

Me intoxiqué de fútbol, pero reflexioné. Disculpen que al comienzo utilicé un término mas ligado al arte (el modernismo) para pensar sobre el estado actual del fútbol. Pero es que fútbol y arte son actividades humanas muy ligadas a la improvisación, el pensamiento y la emotividad, aunque no parezca.

Quise decir, los equipos de hoy, están recibiendo la última influencia del fútbol de finales de la década de los 90 y comienzo de siglo. Es una durísima etapa de transición. Una vez atravesado este momento, imagino que vendrá un juego nuevo, distinto, se romperá después de casi 50 años.

Tal vez, muchos hinchas de Vélez no estén de acuerdo con mi apreciación.

Pero la realidad es que el partido que jugaron Vélez y Racing, dos equipos que están considerados de lo mejorcito, no fue gran cosa. Y por eso no creo que sean tan buenos como se dice por ahí.

¿Jugar bien al fútbol es manejar la pelota? ¿Jugar bien al fútbol es tener buen despliegue y mucho orden para atacar como para defender? Eso hace Vélez, lo mismo hace Racing.

Pese a este esquema, anoche ninguno de los dos equipos demostró peligrosidad, ni efectividad a la hora de buscar el partido, perdidos en una maraña de toques múltiples e insignificantes, se ahogaron en su propia impotencia.

Ganó Vélez 1-0, pero cualquiera que haya visto el partido era para un empate clavado y en cero. A mí pobre entender, ni Vélez ni Racing jugaron bien. Ocurre que confunden, se esconden detrás de la práctica de un buen sistema de juego que, insinúan esgrimir, pero pocas veces lo hacen.

Ante esta situación, brillan, aparecen en escena individualidades sobre las cuales da para escribir un libro.

La primera: Lucas Pratto, un jugador interesantísimo, corpulento y un tanto lento, pero siempre con un as para sacar debajo de cualquiera de sus dos botines. En un partido mediocre jugado por dos de «los buenos», creo que fue la figura de la cancha.

Un párrafo aparte tendré para hablar de un tal Adrián Ricardo Centurión, un jugador distinto, que juega solo, nunca para un equipo. Es una especie de estrellita que brilla en el campo, como una vaquita de San Antonio, durante una noche de calor. Habilidad nunca vista, rara manera de pararse frente a los rivales, exhibe, muestra, coquetea con la pelota todo el tiempo. No puede hacer nada sin antes, darle dos o tres mimos a la pelota.

Centurión es un jugador de potrero total, no importa que ya no existan los potreros, lo lleva en los genes. Bella es otro jugador interesante. Y para terminar uno no puede dejar de admirar a Peletieri y al eterno Camoranesi.

Como se verá, Racing perdió, pero tiene equipo. Puede jugarle de mano a mano a todos, pero necesita mantener el orden, abrir más los costados y sobretodo le hace falta un conductor, un jugador que se ponga al equipo encima. Villar tiene esas cualidades, pero no lo hace.

Entre Vélez y Racing, me quedo con la Academia, hay algo muy noble en su juego. El fútbol no es pura practicidad, también es emoción, error e inteligencia. Pensamiento en movimiento diría mi amigo Fabián Casas.

Racing, a pesar de ser un equipo en formación, demuestra que ya consiguió un patrón de juego, que puede mejorar a partir de ahora. Vélez, más allá de sus juegos de artificio, le falta profundidad.

Fuente: ESPN