Falcioni está golpeado y, por ahora, calla su verdad. Siente que el plantel no se la juega por él, sobre todo el ala riquelmista. El otro grupo tampoco ayuda y a los pibes les falta…
Está con la cabeza bajo la tierra. En uno de sus momentos más difíciles en Boca. Pensando. Sólo dos cosas -poco probables- pueden sacar a Falcioni antes de diciembre: una es que lo dirigentes tomen la decisión de echarlo y la otra, que él sienta que los jugadores no lo respaldan en la cancha y que eso lo lleve a dar el paso que nunca dio en su carrera, la de no cumplir un contrato e irse antes de tiempo. Pero algo cambió después del tercer papelón consecutivo: los dirigentes tienen cruzados a varios jugadores, no ven reacción ni preocupación por el mo- mento, y no quieren que nadie se la lleve de arriba.
Si cae alguien en diciembre, no será solamente JC y su cuerpo técnico…
Desde hace tiempo el propio DT tiene marcados a algunos de sus jugadores. La falta de abrazo simbólico, de respuesta dentro de la cancha ante Belgrano, lo dejó en silencio, con bronca, fastidio, abatimiento. Ni cruzó palabra en el vestuario, eso lo dejó para la vuelta a las prácticas, un día después de lo previsto, mañana en vez de hoy. Evitó hablar dentro y fuera del vestuario para no confrontar, para no decir lo que tenía para decir, atorado en la garganta. Le molesta cómo lo contradicen ante los micrófonos, la forma en que siente que algunos lo dejaron expuesto en estas últimas semanas (caso Ledesma) y también todo lo malo que ve en el campo.
Pero en Boca, hoy, no se pueden separar las cuestiones futbolísticas de las extrafutbolísticas. «Hay desgaste», reconocen unos dirigentes. «A algunos jugadores les da lo mismo ganar que perder», agregan otros. «Los mismos que hicieron varias macanas y el cuerpo técnico los protegió salen a hablar y a exponer a Julio», cuentan desde el entorno del entrenador y les apuntan a riquelmistas. «Pasan cosas que no son normales con algunos jugadores», advierten y prometen una vez más cortar de raíz en el receso, aunque habrá lugar para dos refuerzos.
La relación entre Falcio- ni y Riquelme fue el dis- parador de todo conflicto, lo que llevó a semejante momento de tensión entre los bandos y a romper relaciones. Es un proble- ma evidente entre el entrenador y los amigos de Román. A Clemente, Ledesma, Rivero y Viatri los siente en pie de guerra aunque nunca lo va a deciry en muy bajo nivel, como si pidieran a gritos salir del equipo, pero no se anima a sacarlos de una buena vez. A Sánchez Miño lo pone de titular cuando preferiría llevarlo más despacio. Y de Paredes dejó una rara sensación con mezcla de sentencia: «Ahí está la joyita», habría comentado cuando dejaba el campo de juego.
Pero también hay no riquel- mistas en falta según el criterio de JC. Somoza sigue como titular sólo porque no cree que Erbes sea el reemplazante ideal y Chávez ya supo perder su lugar.
La aparición de Orion como única voz después de la derrota no es casual.
Es respaldo a Falcioni y también para despertar a sus compañeros, por actitudes que molestaron, como la de Ledesma y otras extradeportivas. «Los referentes se calentaron porque hay muchas mentiras y quilombos», confirma un dirigente cercano al cuerpo técnico. Así como el domingo habló Orion, el viernes lo había hecho Erviti… Con Silva, los tres conforman la banca más fuerte que tiene el entrenador.
Así y todo, a Falcioni lo vieron mal, golpeado. Algo menos ayer que el domingo, pero golpeado. Tanto que algunos directivos creyeron verlo vencido, con dificultades para seguir. «No es de largar, tiene fuertes convicciones», lo sostiene su gente. Y agrega: «Sabemos que una racha de cuatro o cinco derrotas te condiciona, pero Julio es prudente y tranquilo, tratará de buscarle la vuelta para pelear el torneo. Y si termina en la mitad de la tabla, cumplirá el contrato y que los dirigentes analicen qué es lo mejor. Pero a los jugadores los puso a todos, si no andan bien…».
La cabeza sigue bajo tierra. Pensando lo que no dice. Pero lo que ya todos saben: nadie se la llevará de arriba en esta pelea.
Fuente: Olè