La Selección, sin nada sobre el final

En Goiania, cayó 2-1 ante Brasil con un gol en offside y un penal de Neymar convertido en tiempo de descuento. En la primera mitad, el “Burrito” Martínez había puesto en ventaja al equipo de Sabella, que se pasó de conservador y no supo aguantar la diferencia. El 3 de octubre, la revancha en el Chaco.
La selección nacional se pasó de conservadora en Goiania y Brasil lo aprovechó: con un gol en offside y otro de penal en tiempo adicionado, lo dio vuelta luego de arrancar perdiendo por el tanto de Juan Manuel Martínez y se impuso 2-1 en la idea del Clásico de las Américas.

El resultado fue un justo castigo para el equipo de Alejandro Sabella, que apostó a un esquema ultra defensivo y que en el último cuarto de hora fue incapaz de rescatar la pelota y por eso quedó excesivamente apretado cerca de Oscar Ustari.

El desarrollo del primer período se pareció más a lo que planificó el técnico nacional que a lo que pretendía Mano Menezes. El equipo argentino se agrupó correctamente en su campo y cuando dispuso de una oportunidad para contraatacar batió a Jefferson. A los 19 y después de una muy buena jugada colectiva, el Burrito Martínez dominó la pelota dentro del área y fusiló al arquero.

Fue el primer remate al arco de los argentinos, pero consecuencia de una precisa maniobra colectiva, que incluyó el pivoteo de Hernán Barcos, la apertura de Maximiliano Rodríguez y el centro que envió Clemente Rodríguez, tras su proyección bautismal sobre la izquierda.

Pero a los 24 hubo una mancha en el plan argentino, ya que Clemente se apuró al cometerle una clara falta a Neymar sobre el sector derecho de la ofensiva local. Fue entonces cuando Paulinho puso el empate, valiéndose de un hombrazo y desde una posición adelantada no advertida por las autoridades del partido. De la ejecución del tiro libre se ocupó Neymar con eficacia.

El resto del primer capítulo se jugó sin aproximaciones a los arcos, porque los anfitriones carecieron de cambio de ritmo y sorpresa, al tiempo que los de la AFA siguieron con su esquema calculador.

Por el lado argentino, el Burrito Martínez fue muy importante con su técnica individual para aportar desahogo. Los mediocampistas Maxi Rodríguez y Pablo Guiñazú también supieron cuidar el balón y lo mismo ocurrió con el otro delantero, el debutante Barcos.

En cuanto a la protección de la línea de cinco defensores, fue infatigable la tarea del solidario Rodrigo Braña. Y justamente los cinco del fondo jugaron con suficiente solidez, aunque por supuesto que los favoreció un esquema tan cerrado y especulador.

En la segunda parte Brasil procuró soluciones, para tratar de imponerse en el clásico y por la urgencia que tiene Menezes en obtener resultados, dado que su continuidad en el cargo corre peligro y más aún desde que Felipe Scolari se desvinculó del Palmeiras.

De todos modos, Brasil avanzaba con insistencia, aunque sin claridad ni penetración.
Sabella quiso sacar provecho de las necesidades de Brasil y mandó a la cancha al juvenil Rogelio Funes Mori (en reemplazo de Barcos), con la intención de hacer valer su frescura.

Tampoco sirvió la entrada de Leandro Somoza (por el Burrito Martínez) para intentar reforzar la resistencia. Y así, una mano intencional de Leandro Desábato dentro del área le permitió a Brasil respirar por el penal que convirtió Neymar, con un remate potente y esquinado, arriba y a la izquierda de Ustari.

Así, Argentina especuló y el negocio redondo que buscaba se le frustró en la última escena. El 3 de octubre, en el Estadio Centenario del Chaco, la historia puede ser distinta.
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