Una familia dividida por el destino de un joven en estado vegetativo

Ignacio Ballesteros es un polista que vivía en Rosario con su esposa. En diciembre de 2010 tuvo un accidente. Contra la voluntad de su mujer fue trasladado a Córdoba. En el caso intervinieron 8 tribunales; hay un pedido de juicio político y ahora llegó a la Corte Suprema. Infobae.com dialogó con la esposa de la víctima

Ignacio Ballesteros, un polista cordobés que supo hacer negocios millonarios con caballos en Inglaterra y que además tenía inversiones inmobiliarias, se encuentra en estado vegetativo desde diciembre de 2010, cuando tuvo un accidente con un caballo en San Antonio de Areco, provincia de Buenos Aires.

En ese momento, y en contra de la voluntad de su esposa y de un juez de esa ciudad y junto a policías federales, los padres de Ballesteros consiguieron que su hijo sea trasladado de Rosario a un centro de salud de la provincia de Córdoba.

Este movimiento se pudo llevar a cabo gracias a que los padres del polista consiguieron la autorización del juez federal Ricardo Bustos Fierro.

A partir de ese momento se suscitó un conflicto que ya llegó a la Corte Suprema y que, dentro de poco tiempo, resolverá qué tribunal debe disponer del lugar en donde el joven debe continuar el tratamiento.

Mientras la causa estaba ya en la Corte, la Cámara Federal de Córdoba intervino y anuló lo autorizado por Bustos Fierro. Por ese motivo, los padres del polista decidieron acusar a los camaristas ante el Consejo de la Magistratura y pedir juicio político. Además denunciaron ante la Defensoría Oficial de la Nación a Mercedes Crespi (la defensora local actúa porque se trata de un incapaz) y plantearon el caso ante la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.

Según un informe, Ignacio Ballesteros se encuentra en “estado vegetativo de mínima conciencia”. En otro documento se pudo establecer que el polista padece “cuadriparesia espástica”. El joven que vivía con su esposa en Rosario no puede moverse ni comunicarse.

El conflicto gira en torno a quién es el que puede disponer del destino del polista. “Ojalá pudiera preguntarle dónde quiere estar y esto se acaba”, señaló su padre, Eduardo Ballesteros, que es presidente de la Sociedad Rural de Córdoba capital. Ayer acusó a los camaristas Ignacio Vélez Funes, Vicente Muscará y Carlos Lascano, y levantó sospechas de coimas y de “arreglos con los narcos” en otras causas.

El 11 de junio, por orden de Bustos Fierro, Ignacio fue trasladado de una casa alquilada por su esposa porque, a su criterio, era deficiente la atención que recibía el polista. El juez avaló el planteo de los padres, que aportaron un certificado del centro de rehabilitación de Córdoba (donde no lo habían visto aún) y de un médico de San Luis.

“Los derechos de Ignacio estaban siendo totalmente vulnerados”, sostuvo Eduardo Ballesteros.

La ley establece que es la cónyuge, Gisela La Menza, la que debe decidir sobre el tratamiento y su domicilio. Sus abogados señalaron que una jueza de Campana declaró incapaz al polista y le otorgó la curatela de bienes, un tema sobre el que hubo presentaciones judiciales de ambas partes.

Gisela aseguró que Ignacio tenía a 14 profesionales que lo cuidaban todo el día. Además, sus abogados cuestionaron el hecho de que el polista no haya tenido un estudio mínimo previo al traslado para verificar si estaba en riesgo.

El padre de Ignacio dijo que sólo le importa la salud de su hijo. “Tengo ganas de decirle: ‘Hagamos todo lo que podamos hacer para que se recupere, dejémonos de joder’. Me parece insólito todo esto”, afirmó.

En diálogo con Infobae.com, Gisela La Menza, la esposa de Ignacio, detalló: “Después de que mi marido tuvo el accidente quedó internado en el instituto Fleni de Escobar. Allí me recomendaron que empezaramos a hacer salidas transitorias los fines de semana y me sugirieron que lo llevara al campo. Entonces quise vender la camioneta que teníamos y comprar una con rampa para llevarlo a él en la silla de ruedas. A partir de esta situación, el padre de Ignacio me quiso hacer firmar un convenio mediante el cual me permitía vender el vehículo siempre y cuando, a partir de ese momento, tomara las decisiones sobre la salud de Ignacio en conjunto con ellos. Yo me negué y dí marcha atrás con la idea de vender la camineta. A partir de ese momento mi suegro enloqueció. Me amenazó de muerte y me dijo que me iba a rrancar los dientes, una locura”.

Gisela aclara que esos hechos ocurrieron en junio del 2011 y que, antes del accidente de su marido, la relación que tenía con su familia política era “distante”, pero no se llevaban “mal”.

La esposa del polista afirma que, luego de ese episodio, la familia de Ignacio comenzó con acciones legales. “Se pueden fijar que en todos los juzgados en los que estuvimos los actores son siempre ellos. Yo soy siempre la demandada”, señaló la mujer que admite estar “desesperada” por encontrar algo que haga salir adelante a su marido.

La mujer del polista dijo que el único objetivo del padre de Ignacio es obtener la curatela, una responsabilidad que la justicia le otorga a un curador para que se haga cargo de los bienes de una persona cuando esta, por razones de salud, no puede decidir sobre estos. “Hay un código que establece que, en orden de relación, la esposa está en primer lugar, a no ser que haya una causa extrema y no te lo den. Por eso ellos quieren hacerme pasar por loca y dijeron que Ignacio estaba descuidado, con riesgo de muerte o abandonado para poder, así, obtener la curatela como sea”, remarcó Gisela.

Y agregó: “ A Ignacio lo sacaron de mi casa con la policía, como si fuera un paquete. Se lo llevaron a un instituto. Cuando lo quiero ir a visitar no puedo estar a solas con él porque la familia me agrede física y verbalmente. Empecé a entrar con cámaras porque me la pasé pidiendo ayuda por todos lados para que me dejaran estar aunque sea media hora con él. Y lo peor es que Nacho, cada vez que voy, se tiene que bancar todo el griterío y los insultos”.

“Al hijo lo tienen como un trofeo para obtener a curatela. Todo esto lo hicieron para eso. Crearon jurisdicción, lo sacaron de Rosario poque ahí nadie les iba a dar la representación legal y se lo llevaron a Córdoba donde consiguieron a este juez, Bustos Fierro, porque es el único que los escuchó. Pasaron por ocho juzgados, todos le negaron lo que venían pidiendo y justo este juez se los dio. Entonces, ahora ellos hablan mal de todos los magistrados y dicen que yo los coimié, una locura”, relató Gisela.

Con respecto a la salud de Ignacio, su esposa explicó que se encuentra en “estado de mínima conciencia”.

“Ignacio está con los ojos abiertos, entiende todo lo que pasa a su alrederdor pero no puede expresarse verbalmente ni mover voluntariamente su cuerpo. Solo logró mover la mano derecha y así nosotros habíamos logrado un sistema de comunicación. Pero desde que está acá pasó todo lo contrario. Lo tienen todo el día acostado y con los ojos cerrados. Me vé y empieza a respirar fuerte porque me debe querer decir un montón de cosas”, explicó Gisela.

“Tiene que volver a mi casa porque no hay nada en contra mío. Todo lo que consiguieron fue a través de Bustos Fierro, que no tiene buena fana, y que la Cámara le declaró todo nulo porque lo consiguieron a través de mentiras. Dentro de todo lo malo que me están haciendo pasar, lo bueno es que quedó todo asentado. Cada paso que daba tenía que explicarlo. Lo importante es que Ignacio tiene posibilidades de recuperación pero el proceso es lento porque el golpe que recibió en el accidente fue durísimo. Para su recuperación necesita estar tranquilo, en paz y que no lo estén llevando de un lado al otro”, concluyó Gisela.

Fuente: Infobae