NUEVA YORK — Después de meses de una campaña presidencial venenosa y sin brillo, los republicanos de Estados Unidos se encontrarán desde el lunes en Tampa (Florida) para consagrar a Mitt Romney, a pesar de algunas dudas, como el rival de Barack Obama en la elección del 6 de noviembre.
El diluvio de confeti y globos tricolores está esperando el inicio del festín político, donde habrá mucha presión para que en la 40ª Convención Nacional Republicana, que se celebrará entre el 27 y 30 de agosto, el poco carismático Mitt Romney se transforme en el futuro ganador.
Porque, muy a pesar de los cientos de millones de dólares en anuncios de campaña, a pesar de un estancamiento de la economía que ha mermado la popularidad del actual inquilino de la Casa Blanca, a pesar de la decepción de una parte del electorado de Obama; Mitt Romney, el exempresario, el millonario exgobernador de Massachusetts, no ha podido superar a su rival en los sondeos. Y la reciente elección del ultraconservador y ultratonificado Paul Ryan, de 42 años, como futuro vicepresidente, tampoco ha inclinado las encuestas a su favor.
A 11 semanas de la elección presidencial, los últimos sondeos dan a Romney, de 65 años, entre un 39 y un 47% de las intenciones de voto a nivel nacional, frente al 46 y 52% a favor de Obama, de 51 años. Los sondeos suelen ser cerrados, pero Romney también figura en la retaguardia de los estados claves que decidirán la elección (Florida, Ohio, Virginia, Iowa, Wisconsin, Michigan), según el sitio especializado Real Clear politics.
No obstante, su formalización como candidato republicano, tradicionalmente por aclamación por los miles de delegados del Grand Old Party (GOP), es incuestionable junto a su compañero de fórmula Paul Ryan.
En la agresiva lucha que lo opuso con una media docena de precandidatos de su partido, Mitt Romney fue el que terminó obteniendo la mayoría de los delegados durante las primarias republicanas, organizadas estado por estado entre enero y junio de este año.
Cada cuatro años, las convenciones son la oportunidad para que los dos partidos estadounidenses consagren oficialmente a su candidato a la presidencia junto a su compañero, detallen sus programas de gobierno y volver a unirse después de las primarias.
La selección de Paul Ryan por parte de Mitt Romney augura una convención sin concesiones en un partido dominado por el ala conservadora.
A menos que la tormenta tropical Isaac acuda a perturbar la armonía, Romney realizará su discurso de aceptación de la candidatura el jueves, al cierre del evento, mientras Paul Ryan lo hará el miércoles por la noche. Ann Romney, la esposa del candidato, comparecerá ante la multitud el lunes.
Para el martes se anuncian como oradores Chris Christie, el jovial gobernador de Nueva Jersey, y el ultraconservador Rick Santorum, precandidato que perdió frente a Romney en las primarias. En el programa del miércoles destacan el exgobernador de Florida Jeb Bush, la exsecretaria de Estado Condoleezza Rice, y el excandidato a la presidencia en 2008, John McCain.
Internet y la explosión de la redes sociales, especialmente con el crecimiento de Twitter, ha provocado un cambio en la forma de hacer política. La convención republicana, donde se espera a 15.000 periodistas, se seguirá en directo por Twitter, Facebook, Google +, YouTube…
Pero decenas de millones de estadounidenses la seguirán como siempre por la noche a través de las grandes cadenas de televisión que estarán transmitiendo en directo entre las 22h y 23h locales (2h y 3h GMT).
El espectáculo republicano está preparado como el guión de una superproducción cinematográfica, en la cual es mejor ver a Mitt Romney a las horas estelares, presentándose como carismático y accesible para barrer ese aire de robot, distante, especialmente entre las mujeres que prefieren a Barack Obama.
Pese a sus 13 pantallas gigantes móviles, el escenario instalado en el inmenso complejo deportivo Tampa Bay Times Forum fue concebido para dar la impresión de «una sala comedor estadounidense». El «desafío» era, según los autores, crear un ambiente que sea «caluroso y receptivo» a la vez, dar «una impresión de intimidad».
Por Brigitte Dusseau (AFP)