El bar fue vendido el año pasado, pero la Justicia impide desarrollar otros negocios. Vecinos piden ayuda para que reabra.
Pasó un año de su cierre y su futuro aún es incierto. Todos los intentos por salvar a la tradicional confitería Richmond -desde la sanción de una ley hasta la toma de empleados y vecinos- parecieron surtir efecto en su momento. Sin embargo, el bar notable que supo albergar al Grupo Florida, integrado por Jorge Luis Borges, Fernández Moreno y Leopoldo Marechal, entre otros, sigue con las puertas cerradas y no da rastros de recuperación.
El cierre, el 15 de agosto del año pasado, provocó una catarata de acusaciones y broncas, más que nada de habitués y vecinos. Las autoridades porteñas plantearon de entrada que mucho no se podían involucrar, más que nada porque los propietarios de la confitería de 1917 habían decidido venderla. Aparecía la delgada línea de lo público y lo privado. El bar forma parte del patrimonio cultural de la Ciudad, según la ley 35, y el año pasado, de apuros, se sancionó otra ley para calificarla como “sitio histórico”. Así, supuestamente su arquitectura no podría ser modificada.
“El local sigue cerrado al público y no se pueden desarrollar otros negocios por orden judicial. Si bien la medida es positiva para proteger el espacio que perteneció a la Richmond, no alcanza para dar una solución, con lo cual desde nuestro lugar de ciudadanos instamos a los nuevos dueños de la empresa a que reciban distintos planes”, detalla el comunicado del grupo “54 bares notables”.
Fuente: La Razón