El drama del hambre cobró una nueva víctima fatal, ahora en Salta, no obstante los nuevos planes sociales. Quince días después de conocerse las muertes de niños por desnutrición en el poblado de Montecarlo, centro de Misiones, el drama del hambre golpeó la semana pasada a Colonia Santa Rosa, un poblado de Salta, cercano a la frontera con Bolivia, donde murió la pequeña Tatiana Tapia, de dos años y medio.
Cuesta creer que en la Argentina, que podría alimentar a las 3/4 partes del mundo, muera gente de hambre, como ocurrió el mes pasado en un apartado rincón misionero donde parecía circunscribirse el problema. Pero ahora se comprueba que la crisis alimentaria que sufre nuestro país no es exclusiva de un territorio ni de una provincia.
Por sus dimensiones, por la fertilidad de sus tierras, por la variación de sus climas, Argentina tiene la enorme capacidad de generar alimentos para atender la demanda mundial, como tradicionalmente lo viene haciendo y hasta se ponderan en el plano internacional las nuevas cosechas récord de temporada. Pero la desnutrición afecta a gran parte de la sociedad marginada, aflorando la extrema pobreza con casos desgarradores como estos cuadros de muertes por insuficiencia respiratoria derivada de un cuadro de desnutrición. En Misiones, se detectaron otros 49 chicos en estado crítico por mala nutrición, pese a la ampliación del Plan Hambre Cero, implementado precisamente para contener el hambre crónico, aunque la madre de la beba que murió denunció que jamás recibió una visita oficial para conocer su situación y conocer lo que debía hacer para que su hija tuviera cobertura.
En julio último, el gobernador salteño, Juan Manuel Uturbey anunció una inversión de 200 millones de pesos para poner en marcha el Plan Provincial Alimentario, que contempla el Programa Nutrivida y otros operativos para la población con carencias alimentarias. Sin embargo, Tatiana Tapia, que vivía en una casa de dos cuartos junto a sus padres, sus diez hermanos y los tres hijos de uno de sus hermanos, no pudo sobrevivir y murió el viernes pasado porque la cobertura habría sido insuficiente.
Historias como éstas debe haber muchas perdidas en la inmensidad de nuestro territorio, y cuando estallan, se intenta justificar lo inexplicable. Pero ya es tarde y el tema llama a la reflexión cuando se habla de cosechas extraordinarias y de políticas contra las desigualdades sociales. Afrentas a la que se suma la reciente afirmación de que la inflación sólo afecta a las clases media y alta, como si los pobres vivieran al margen de la variación de precios.
Fuente: diariodecuyo