Perpetua por matar a su mujer que lo perdonó tras haberla violado

Marcelo Tomaselli (26) había asesinado a puñaladas a su esposa, siete días después de salir de prisión.
n tribunal de La Pampa condenó a prisión perpetua a Marcelo Tomaselli, el joven de 26 años que el 10 de diciembre último asesinó de 11 puñaladas a su esposa siete días después de haber salido de prisión, luego de que ella lo perdonara por haberla violado. Los jueces consideraron que el imputado sintió “satisfacción” al matarla.
La sentencia fue dictada ayer al término del juicio por el “homicidio agravado por el vínculo” de Carla Figueroa, y los magistrados rechazaron que el acusado haya actuado bajo “emoción violenta”.
Tras dictarse el veredicto en los tribunales de General Pico, un hermano de Figueroa se abalanzó sobre el condenado para golpearlo, aunque fue reducido por personal penitenciario. “Lo quería matar. Sólo espero que se pudra en la cárcel porque lo odio con toda mi alma”, confesó luego Cristian Reynoso.
“Este es un caso que va a sentar precedente en las cuestiones que tienen que ver con las perspectivas de género y que han motivado la derogación de la figura del avenimiento”, expresó el fiscal Alejandro Gilardenghi. El 2 de diciembre último la pareja se casó cuando Tomaselli aún estaba preso y, poco después, él fue liberado por el avenimiento.
Al declarar ante los jueces Florentino Rubio, Fabricio Losi y Luis Abraham, Tomaselli confesó haber cometido el crimen, pidió que lo condenaran, aunque dijo que no recordaba lo sucedido. Los magistrados calificaron de “curiosa” esta confesión, ya que el imputado no recordaba haberla matado, pero sí que la chica de 19 años la noche del crimen “estaba rara, que le pidió disculpas por haberlo denunciado por algo que jamás pasó, por haberlo engañado y que le dijo que el bebé no era suyo”.
Los jueces también tuvieron en cuenta que la madre de Tomaselli declaró que tras escuchar los gritos de su nieto de 3 años, corrió a la habitación y su hijo le dijo: “Ya está, ya está”, y cantaba “Mi corazón está aliviado”. Esas frases indican “cierta satisfacción por lo realizado” y dieron por probado que el acusado había tomado un cuchillo de la cocina el día anterior y lo había llevado a la habitación, lo que descarta algo imprevisto.
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