La derecha de Sarkozy da libertad de voto para apoyar a la ultraderecha

El partido conservador UMP, que pierde tres millones de votos en la primera vuelta, rompe el pacto republicano contra el Frente Nacional en perjuicio de los socialistas.
El mapa electoral francés camina hacia un radical cambio de color. En un mes, el paisaje ha girado del azul de la UMP al rosa socialista, y cada hora la tendencia se hace más acusada. El domingo, en el primer turno de las legislativas, los franceses enviaron un mensaje de confirmación de las presidenciales, y todos los datos presagian que en la segunda vuelta entregarán al socialista François Hollande el poder para gobernar sin pactos ni sobresaltos.

La primera lectura de los comicios de ayer es que el Partido Socialista (PS) está en disposición de dar un vuelco histórico a la Asamblea Nacional logrando su primera mayoría absoluta en solitario desde los tiempos de François Mitterrand, en 1981. Las proyecciones indican que el PS puede cerrar su triunfo en la segunda vuelta con una horquilla de entre 283 y 329 escaños, sobre los 577 del palacio Bourbon. En 1981, el PS tenía 285 diputados de 491, y en 1988 logró 275 de 577. Sería, por tanto, el mejor resultado de la V República.

El PS camina hacia su primera mayoría absoluta desde 1981
Un segundo análisis es que la abstención récord, del 42,7%, y el voto útil por los dos partidos presidencialistas, han debilitado el pluralismo y casi barrido del mapa a los grupos pequeños. El PS y la Unión por un Movimiento Popular (UMP) concentran con sus satélites el 70% de los sufragios, y minimizan así al Frente de Izquierda y al centrista MoDEM. Solo Los Verdes, socios colaterales del PS, mejoran sus datos de 2007, pero aún no se sabe si podrán llegar a los 15 diputados necesarios para formar grupo parlamentario.

Además, la correlación izquierda-derecha del 2007 vira 180 grados. En la primera vuelta de 2007, la UMP y sus socios de la Diverse Droite y el Nuevo Centro sumaron el 45,5% de los votos, mientras las fuerzas de izquierda lograban el 35,5%. Ahora, los socialistas y sus socios logran solos un histórico 34,4%, que si se suma al 6,9% del Frente de Izquierda y al 5,57% de Los Verdes da un 47% de los votos a la izquierda frente al 34% del centroderecha.

La UMP y sus aliados reculan once puntos en cinco años, mientras el PS y los suyos (Diverse Gauche y PRG) ganan siete. El choque directo PS-UMP, que los sondeos a pie de urna daban como un empate, fue girando hasta perjudicar mucho al partido fundado por Nicolas Sarkozy: hace cinco años la UMP logró el 39,5% de los votos. Hoy tiene el 26,6%, trece puntos menos. Mientras, el PS -sin sus socios- sube casi cinco: del 24,7% al 29,2%.

En número de votos, la victoria del PS es clara: recoge 600.000 sufragios más que la UMP: 7,5 millones contra 6,9. Pero el pasado revela la magnitud de la caída del centroderecha: en 2007, la UMP sacó 10,2 millones de votos y el PS, 6,4. Y si la UMP y sus socios lograban 108 escaños en la primera vuelta, frente a uno de la izquierda, ahora el PS obtiene 23 diputados por la vía directa, y la UMP, siete.

Aunque todo debe confirmarse el domingo, el espaldarazo a Hollande y el naufragio de la derecha ofrece pocas dudas. El presidente había pedido una “mayoría amplia, sólida y coherente” y está mucho más cerca de ella de lo que previeron los mejores sondeos. Algunos medios progresistas, como Mediapart y Le Monde, alertaban hoy contra el peligro de una excesiva concentración de poder en las manos de Hollande. Mediapart hablaba de “mayoría absolutista”, y criticaba al PS por haber bloqueado a los Verdes al dejar que algunos candidatos socialistas, teóricos disidentes, se presentaran frente a los ecologistas. Daniel Cohn-Bendit atacó a Hollande por permitir que un socialista perjudique la elección del líder centrista François Bayrou.

Le Monde ha pedido al presidente que, tal y como ha prometido, no “asfixie” desde el Elíseo al Parlamento y al Gobierno, y en su editorial subraya el problema de la abstención, que achaca a la presidencialización de la política francesa: índices de participación cada vez más bajos en todos los comicios salvo en los que deciden el inquilino del Elíseo. Hollande anunció que buscará solucionar esta disfunción, acentuada por la reducción del mandato presidencial de siete a cinco a años.

Otra polémica, más clásica y que siempre agita la semana entre las dos vueltas de las legislativas es la del Frente Nacional. Es el partido que más crece, nueve puntos, y bajo el dulce nombre de Agrupación Azul Marine coloca a 61 aspirantes en la segunda vuelta y volverá al Parlamento por primera vez desde 1988.

Históricamente, los dos grandes partidos se han aliado contra el partido xenófobo creando un cordón sanitario o Frente Republicano. Esta vez será distinto. Aunque Martine Aubry, primera secretaria del PS, llamó a los suyos a apoyar a la derecha moderada en sus duelos a dos con el FN, la UMP, temerosa de ampliar la victoria socialista, decidió dar libertad a sus diputados y electores. Es lo que se conoce como actitud ni-ni: ni Frente Nacional, ni Frente Republicano. La impotencia de la droite parlamentaria anuncia un caliente otoño fundacional para la derecha francesa. La era postSarkozy no ha hecho más que empezar.

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