La lluvia prolongó la final de París y le sumó dramatismo. Rafa siguió intratable y venció a Novak por 6-4, 6-3, 2-6 y 7-5 y superó al sueco Bjorn Borg como máximo ganador en la historia de Roland Garros
Rafael Nadal hizo historia hoy al conquistar su séptimo Abierto de tenis de Francia, en una dramática final de los récords en la que pudo vengarse del serbio Novak Djokovic.
El español se impuso al número uno por un 6-4, 6-3, 2-6 y 7-5 que le permite superar al sueco Bjorn Borg como máximo ganador en la historia de Roland Garros. Sólo Chris Evert, entre las mujeres, tiene tantos títulos como Nadal en la arcilla parisina.
Tras 3:49 horas de juego y dos días de suspenso, una doble falta del serbio sentenciaba una definición que por primera vez en 39 años se había postergado más allá del domingo. El español se desplomó de inmediato en la arcilla, corrió a abrazar a sus familiares y amigos en la tribuna y estalló en lágrimas.
Con 26 años recién cumplidos, Nadal suma ahora 11 títulos de Grand Slam y se acerca al récord de 16 del suizo Roger Federer, derrotado en semifinales en esta edición.
Djokovic, en cambio, quedó a las puertas de conquistar su cuarto Grand Slam consecutivo. El serbio se había impuesto en las últimas tres finales grandes justamente a Nadal, que parece haber encontrado la receta al virus “Nole”, al que derrotó en tres finales este año tras haber perdido las seis que jugó con él en 2011.
En una definición que por primera vez desde 1973 se prolongó más allá del domingo en Roland Garros, el español terminó ratificando ante el número uno su supremacía en un terreno donde sólo sufrió una caída en su carrera, en los octavos de final de 2009.
En un tarde gris en París y con un estadio con más claros de lo habitual, Nadal pudo completar hoy lo que había dejado en suspenso el domingo.
La lluvia había frenado entonces una furiosa remontada de Djokovic, que pospuso lo que parecía una segura victoria de Nadal al encadenar ocho games consecutivos y colocarse un quiebre arriba en el comienzo del cuarto set.
Pero la noche cambió los ánimos. Djokovic ya no era el tenista abrumador que frenó la lluvia, y Nadal, más calmado, se disponía a volver a ser el de los primeros sets.
Así, en el primer game desde el reinicio el español se aprovechaba de un Djokovic frío y tras una serie de errores del serbio y con un poco de ayuda de la faja lograba el quiebre. El número uno del mundo, molesto, se golpeaba la cabeza con la raqueta.
Pero ya no había margen para enojos. Cada game se jugaba al borde del abismo. Cualquier error de Djokovic dejaba a Nadal a un paso del título y cualquier falla del español lo depositaba a las puertas de un temido quinto set, el escenario menos deseado.
Para agregarle más dramatismo, la lluvia se volvía a hacer presente con Nadal 5-4 al frente y el saque del serbio. “Cubran las bolas”, pedía desesperado el español. No quería que las pelotas de pesadas de ayer, tan que frenaban su derecha con top.
El público abría los paraguas en la cancha Philippe Chatrier, pero en cuestión de segundos el diluvio dejaba paso al sol y el juego continuaba sin interrupciones.
Djokovic, firme, mantenía su saque y angostaba la definición. Pero el serbio fallaría cuando sacaba 5-6 y Nadal se llevaba el título en su primer punto para partido con una doble falta.
El español se desplomaba en el suelo y de inmediato corría a abrazar a su sector.
Aliviado y entre lágrimas, el español decía adios al “virus Nole” y otra vez en su mejor nivel, el único límite de Nadal vuelve a ser él mismo.
Fuente: La Capital