Del Potro jugó a lo Del Potro y avanza en Roland Garros

Dispara Juan Martín Del Potro y el rival -en este caso, Marin Cilic, un viejo conocido suyo- se ve desbordado ante una potencia descomunal, que nace en el brazo derecho, y se proyecta a la raqueta y a la bola amarilla a modo de estruendo.

Dispara la derecha y hace estragos en un Cilic que intenta responder de la misma manera, palo contra palo, pero que no puede ni siquiera empardar la cuestión, a excepción de un rato en el peleado segundo set.

Dispara el revés -cruzado o paralelo- y, aunque es menos efectivo que el drive, también sirve para sumar puntos a su casillero.

Dispara el drop shot, la nueva y bienvenida variante que agrega a su juego, y se despacha con siete tiros ganadores con esa fórmula, que Cilic quiere imitar y no acierta casi nunca (apenas dos).

Dispara el saque, complicado en estos días porque la recurrente molestia en la rodilla izquierda no le permite apoyarse en plenitud al caer, y gana el 77 por ciento de los puntos con el primer servicio (contra el 50 por ciento del atribulado croata). Sabe que aún lo tiene que mejorar y regularizar, pero mientras tanto es más que útil para sacarlo de apuros en pasajes complicados y para hacerlo correr menos.

Dispara Del Potro una pila de bombas y unas cuantas sutilezas de una calidad asombrosa, y se mete en los octavos de final con la autoridad, con el carácter y con la personalidad de un top ten. Ya superó lo hecho en 2011, donde dijo adiós en la tercera ronda. Y es consciente de que para igualar su mejor marca aquí -semifinal en 2009- todavía debe recorrer un extenso sendero.

“A vos te parece, ya estoy cansado de que me siga doliendo la rodilla”, refunfuñó Delpo mirando a su equipo en el primer cambio de lado, cuando Cilic estaba 1-0. Con un vendaje cada más grande (“Me da una sensación de mayor seguridad”, confiesa), y con los contratiempos ya sabidos para servir y para correr hacia su derecha, Del Potro volvió a lidiar contra los pinchazos en la zona averiada. Pinchazos que van y vienen, como él mismo cuenta, pero que a cada rato se le reflejan en la cara, en esos gestos de dolor que se hicieron muy notorios a partir de la mitad del segundo set. Tanto es así que en un par de ocasiones se lamentó: “No puedo más”… Sin embargo, trata de no pensar en la rodilla y de tener la mente lo más fría posible. A veces lo consigue; a veces, no. Igual, los brazos no los baja.

Tras el primer set -Delpo quebró en el tercero y en el noveno game-, que apenas duró 36 minutos, parecía que la paternidad se le iba a caer encima a Cilic y que lo que restaba se iba a transformar en un trámite. Se recuerda: este año, el gigante de Tandil le había ganado a su colega de generación los tres encuentros jugados (Miami, Copa Davis en Buenos Aires y Madrid) y, globalmente, la historia marcaba un 6-2 para Del Potro (ahora hay que añadirle un triunfo más).

Lo imaginado, no obstante, no sucedió en el segundo parcial: porque Cilic mejoró su rendimiento y porque Delpo dejó escapar demasiadas chances. Primero, sacó 5-4 para set y resignó el servicio. Después, en el duodécimo juego, dispuso de seis set points y tampoco logró capitalizarlos. Se arribó al tie break y se colocó 4-1, pero Cilic llegó al 6-6. Parecía increíble… Se le fue una chance más. Y recién en la octava se guardó el set -que se extendió durante 82 minutos-cuando un revés del croata chocó contra la red. Ese fue el principio del final para Cilic: ya no quería más. Y ahora sí la paternidad, que suele jugar mucho en la cabeza, lo aplastó. Los números dijeron 6-3, 7-6 (9-7) y 6-1, en dos horas y 32 minutos.

En octavos de final, el tandilense tendrá enfrente a Tomas Berdych -el séptimo jugador del mundo-, quien ayer derrotó al sudafricano Kevin Anderson en una durísima batalla de tres horas y 52 minutos: 6-4, 3-6, 6-7 (4-7) 6-4 y 6-4. Berdych dijo que el tremendo esfuerzo le dejó una contractura. Del Potro, de todos modos, no le dio importancia a ese tema: “Es normal que luego de cinco sets termines con dolores. Pero cada partido es otra historia y dejás todo para ganarlo”. Los antecedentes marcan un 3-2 para Delpo, con un éxito para cada uno este año: el argentino, en Rotterdam; el checo, en Madrid.

¿Y la rodilla? “Una vez que finalice Roland Garros, hablaré bien con el médico para que me haga todos los estudios necesarios. Pero quiero estar en Queen’s, en Wimbledon y en los Juegos Olímpicos. Lo que no hay es riesgos de que se agrave el problema. Si no fuera así, por mi experiencia con la muñeca, ya hubiera parado”, responde Del Potro. Y sigue con su sueño parisino…

Fuente: Clarím